Jorge Flores Martínez / Estoy perdiendo el interés de leer notas de Veracruz, me parecen poco motivantes y extraordinariamente insípidas. Ver como nuestros diputados presumen su nuevo gimnasio, en el Congreso, realmente me ofendió, ese gasto debió ser para una preparatoria en Zongolica o en Soteapan. Lo que les urge a muchos de los diputados es una biblioteca y un aula de primaria.
En verdad, ya estamos perdiendo la capacidad de molestarnos; lo digo porque, asombrarnos de tanta idiotez, ya no tiene gracia. Insisto, queremos diputados preparados, “inteligentes” y con capacidad de analizar las propuestas que reciben o elaboran, pero no, prefieren estar bien mamados antes que bien preparados. Así que a hacer bíceps, pantorrillas y nalgas.
En lo personal, estoy pasando de la preocupación a la consternación. Hace un par de meses, en este espacio comenté que la situación y el actuar de la administración en turno aún no me preocupaba, los asuntos complicados se encontraban en la agenda pública y la curva de aprendizaje era normal. Ya no, la agenda pública les vale un cacahuate y el aprendizaje parece una ruta interminable, los dos años no les van a alcanzar.
Me molesta ver como utilizan a la fidelidad-próspera cuando quieren imponer un tema que les interesa y siempre, con la amenaza de dar instrucciones de integrar un expediente legal. Si lo van a hacer que lo hagan, integrar un expediente es cuestión de semanas, no de meses o años.
Los fieles-prósperos ya vaciaron sus cuentas bancarias; ya vendieron o remataron sus bienes; los más inteligentes ya se fueron a otros aires; y los cínicos, encontraron que siempre sí podrán negociar y, en algunos casos, cambiar sus curules para ahora jugar del lado del nuevo a cargo.
Ahora parece que la idea será apostar por otros seis años, lo cual es perfectamente aceptable y democrático, están es su derecho, como lo he comentado.
El PRI se encuentra en una posición realmente complicada, su credibilidad y desprestigio están por los suelos. Tienen, a partir de ahora, apenas un par de meses para empezar a hacer algo y, en José Yunes a un político importante, pero el andamiaje partidista está muy deteriorado.
Morena está en condiciones muy interesantes para competir, cuentan con el descontento nacional y esa base es determinante para el año próximo, su única debilidad es la peor que pueden tener, su misma fortaleza, López Obrador y su insuperable capacidad de detenerse antes de llegar a la meta.
Los demás partidos no tienen nada y lo saben. Dante Delgado captó perfectamente que sus expectativas y su apuesta son la de sumarse a lo que le represente alguna posibilidad, por remota que sea, ya que López Obrador no está dispuesto a pagarle lo que quiere por su cada día más escaso capital político.
Mientras los Yunes juegan una baraja de altísimo riesgo, el todo por el todo. La idea de una sucesión de padre a hijo en Veracruz no tiene un antecedente para el análisis, no se tiene claro como lo tomará la sociedad veracruzana. Espero que tengan un plan B. Hasta yo, que no tengo preferencia por nadie, considero que dirigirse sin estrategia a una sucesión como la que tienen pensada, es para pensarse a detalle.
Y el riesgo que veo, además de la complicación de tratarse de padre e hijo, es que no tienen operadores políticos, no tienen una estrategia seria de comunicación y, sobre todo, no cuentan con resultados que puedan consolidarse en votos.
Les resta poco, muy poco, para que esto se empiece a resolver. Lo que está en juego no solo es Veracruz, también es la presidencia y eso, junto con lo que expuse, complica mucho cualquier plan de sucesión.
Y para rematar, por un lado, José Yunes es una dificultad enorme para cualquier candidato, ser el contrincante de un adversario que no se enoja debe ser una pesadilla; por el otro, los morenos siempre dispuestos a realizar una campaña de guerrillas, esas de baja intensidad, pero constantes, sin mucho, pero con todo.
Pero no, mejor un gimnasio para los diputados.
Así no les va a alcanzar.