La clase política incrustada en el gobierno, está compuesta por hombres acostumbrados a mandar, es decir, a tener poder. Por esa razón, hacen hasta lo imposible para seguir conservándolo. La estrategia maquiavélica de dividir para vencer a sus adversarios les ha funcionado muy bien. Hoy nuevamente recurren esa estratagema; por un lado aparece el priista disfrazado de independiente, el Bronco, y por otro Armando Ríos Píter, apodado el Jaguar.
Dos especímenes que se han fogueado en las entrañas del sistema político mexicano. Dos personajes que se han cobijado con puestos públicos y a la protección del PRI. En el caso de Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, éste supo capitalizar el descontento por la política de partidos, haciéndose pasar por “independiente”, cuando en realidad, era gato por libre. Hoy muchos los regiomontanos lamentan su error.
De Ríos Píter sabemos que le gusta el bailongo, y que sabe ganarse al populacho. Su experiencia laboral siempre ha estado cercana a la élite del poder. Lo mismo puede prestar sus servicios a los rojos, azules o amarillos. Su renuncia al Sol Azteca para hacerse pasar como “independiente” resulta muy obvia y burda.
Así que, no le sorprenda tanto que el gobernador Bronco, así como el senador Jaguar, al final de la contienda del 2018 estén celebrando la victoria de su adversario tricolor o azul, claro, que si gana el candidato de Morena, su futuro no será muy promisorio.
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