La frase a toro pasado, en el ambiente taurino, hace referencia para reprobar un lance que se ejecuta cuando el toro ya pasó y no ofrece peligro alguno; puede ser un par de banderillas colocadas ventajosamente o un garigoleo del capote cuando la bestia ya se fue. Eso es precisamente lo que hacen muchos duartistas que siguen incrustados en la nómina del cambio.
Como ejemplo concreto citamos a la titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Namiko Matzumoto Benítez, quien con voz fuerte declara que en el periodo comprendido de febrero del 2011 y octubre de 2016, se acreditaron 82 casos de violaciones de derechos humanos.
Ahora sí, ya que no está el regordete en el poder, la “valiente” funcionaria sale a declarar su “verdad” ante los veracruzanos. Lo cierto es que, durante el gobierno de Duarte de Ochoa, la extitular de la CEAP se la llevó de a muertito para que su anterior patrón no la removiera.
Por esa razón, sus lágrimas de cocodrilo sólo son eso, son expresiones sentimentales de remordimiento por no haber podido defender a los jubilados y a los maestros golpeados por elementos de Seguridad Pública. Así que, a otro perro con ese hueso, a la funcionaria muy pocos le creen su cursi sentimentalismo.
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