En principio uno puede no estar de acuerdo en que una persona aborte. Desde un punto de vista muy personal, una persona puede repudiar el aborto porque sus creencias religiosas así lo dictaminan, que la vida es sagrada desde su concepción. Pero esto no obsta para que se promueva una penalización a las mujeres que abortan. Una mujer es libre de creer en lo que ella quiera, porque en este país hay libertad de creencias.
Y si la mujer no coincide con la creencia de que la vida empieza en la concepción, ¿cómo se va a someter a una ley escrita por personas que tienen la creencia de que la vida sí inicia en la concepción? Peor aún, ¿cómo se puede penalizar a una persona por las creencias de otras? Es tan absurdo como inventar una creencia en donde se dicte que las mujeres que usan maquillaje en la cara viven en pecado y promover una ley para que el gobierno encarcele a quienes se atrevan a usar maquillaje.
Es por ello que resulta lamentable que en el Congreso veracruzano se haya desechado una iniciativa para despenalizar el aborto. Pero también es lamentable que quienes lanzaron esa iniciativa no hayan asistido para defender su propuesta.
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