Jorge Flores Martínez / Una de las intenciones del poder es apropiarse de las palabras, de su significado y, de su indiscutible interpretación de la realidad. Una vez que son suyas, construyen conceptos y de ahí, sin el menor problema, son dueños de ideas completas, construidas con esas palabras apropiadas, como libertad, revolución, nación o democracia.
Tal es el caso de donación, una palabra robada, apropiada por los partidos políticos y que, ahora en su interpretación de la realidad intentan proclamarla a su conveniencia, cuando gran parte de los mexicanos tenemos perfectamente claro que no están en condiciones de donar nada, ya que todos esos recursos en principio son producto del trabajo y de los impuestos de todos, en pocas palabras, los partidos no pueden donar al pueblo mexicano lo que en origen nos pertenece a los mexicanos.
Además de que, para que la donación se apegue a su significado real, debe y tiene que ser voluntaria y desinteresada, lo que en este caso, siento discernir, no es el punto.
Me parece que lejos de permitirles la donación de nuestros recursos bajo su interpretación, lo conducente es que les exijamos a nuestros diputados que modifiquen la ley de egresos del próximo año y reasignen los recursos destinados a partidos políticos a la reconstrucción de las zonas afectadas por los recientes terremotos y huracanes.
Estoy convencido de que los recursos destinados a los partidos políticos son un verdadero exceso. Es un trágico pretexto, pero es bajo esta realidad donde es indispensable fortalecer la democracia, con mejores hombres y mujeres, y no con carretadas de dinero. Los diputados son nuestros representantes, están obligados con los ciudadanos de su distrito, o por lo menos deberían estarlo.
Así que impongamos nuestras palabras, no queremos una donación, lo que exigimos es una reasignación del presupuesto. La donación les queda cómoda a los partidos y sería bajo sus reglas e intereses.
Lo anterior viene a cuento por ver al ex presidente Felipe Calderón sugerir conseguir o incluso rentar maquinaria de construcción para retirar escombro. Realmente, lejos de enojarme, me retrató de manera clara la condición de nuestros gobernantes, ajenos, siempre ajenos de los ciudadanos en su dolor y angustia.
El otro, López Obrador, en un acto de gracia y benevolencia infinita, amenazando con donar a los damnificados el 20% del dinero, que los mismos damnificados y millones de mexicanos tenemos a mal darle a su partido. No es con su gracia, nunca con su caridad. La respuesta debió ser desde un principio, daré instrucciones a los diputados de Morena para que reasignen los recursos a los partidos a la reconstrucción nacional.
Los otros líderes de los partidos políticos, ni siquiera caben en su mezquindad y cálculo político; rechazaron de un plumazo a López Obrador, aclarando que donar ese dinero sería un delito, una deviación de recursos públicos. Mezquinos, vieron y fueron beneficiarios de desvíos mil millonarios de los gobernadores y no tuvieron la convicción de señalarlos, y ahora se espantan. Para unos días después declarar que lo importante era establecer las reglas para donar ese dinero.
Los líderes de los partidos siempre lo tuvieron claro, la solución está en ellos. Deben dar la instrucción a sus diputados para reasignar la ley de egresos, pero no, prefieren donar lo que les dé en gana y como les dé la gana.
Ahora les debería tocar hacer campañas austeras, reducir de manera inteligente el costo de nuestra democracia. Insisto, no permitamos que donen lo que nos pertenece, lo que procede es reasignar esas cantidades ofensivas de dinero y forzarlos a debatir y legislar para una mejor y menos cara democracia en México.
Es inmoral gastar esas cantidades de dinero en basura, mejor vamos a reconstruir.
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