Martín Méndez, cerrajero que daba un servicio en el edificio que se derrumbara, cuenta que cuando bajaba por las escaleras de emergencia, éstas se derrumbaron quedando casi sepultado. Martín, después de momentos de desconcierto, tuvo la idea de tomarse una selfie y mandarla para que familiares y amigos se dieran cuenta de que estaba vivo. Gracias a esa selfie los rescatistas lograron ubicarlo y sacarlo de entre los escombros.
Martín tiene 54 años y al salir pidió que no usaran maquinaria pesada en los rescates hasta que no tengan la certeza de que no haya personas vivas sepultadas, porque, cuenta Martín, que el sentimiento de estar entre los escombros y sentir que puedes ser sepultado «está bien canijo».