Y no era para menos, el movimiento telúrico fue de una magnitud de 8.4 en la escala de Richter, al unísono, 50 millones de habitantes de 12 entidades del sur, sureste y centro del país por casi tres minutos comenzaron a salir de sus casas y comenzaron a encomendarse a la deidad divina de su preferencia.
Las redes sociales comenzaron a saturarse por usuarios asustados y preocupados; otros aprovecharon para alarmar a la sociedad prediciendo la hora exacta de las réplicas, como si fueran pitonisas o profetas. Lo bueno de todo esto es que las autoridades correspondientes comenzaron a movilizar la ayuda. Lo lamentable, repetimos, es la pérdida de vidas inocentes.