Esos panistas muestran el cobre, muestran de lo que están hechos, muestran su apetito. Y es que Ernesto Cordero fue elegido presidente del Senado a propuesta de un partido que no es el suyo; de hecho, su propio partido le negó los votos a Ernesto Cordero acusándolo de traidor, lo mismo que a Javier Lozano y a Roberto Gil, quienes se han visto más rojos que el Chapulín Colorado en eso de dar paso libre para que el procurador Raúl Cervantes sea el nuevo Fiscal de la nación.
Ese ha sido el origen del pleito entre el Gobierno Federal y el presidente del PAN, Ricardo Anaya, pero al grupo que comanda Cordero eso le viene guango porque a ellos no los mueven los intereses de su partido, sino los personales y por qué no decirlo, los de Felipe Calderón, quien con esto debilita a Anaya y así puede vender “bara, bara” la candidatura de su mujer Margarita Zavala a los priistas. Porque si la Zavala es la candidata del PAN, sólo será comparsa del PRI, lo mismo que lo fue Josefina en el Estado de México.
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