Una institución tomada por un grupo de cómodos académicos que se reparten el pastel de un presupuesto que nunca alcanza, que nunca sobra, que nunca basta. La Universidad Veracruzana no se harta de su mediocridad, y no lo dice un periodista, lo dicen los resultados de la misma institución que desde los tiempos de Víctor Arredondo sólo se ha convertido en el botín de unos cuantos. Ahora, la cuestionada Junta de Gobierno continúa por el mismo camino que sus antecesores.
No le han importado los reclamos de la comunidad universitaria, no le ha importado la realidad que se vive en la UV, la Junta de Gobierno sólo responde al estímulo de su apetito, sólo quiere dar respuesta a sus vísceras que no se hartan, a sus vísceras que se alimentan de mediocridad. Es por ello que en el espasmo de su mezquindad han decidido dar otros cuatro años a Sara Ladrón, cuatro años en los que la UV se mantendrá en el limbo; pero no hay que alarmarse tanto, quizá ese es el lugar al que pertenece.