Jorge Flores Martínez / Después de las columnas de las semanas pasadas, donde expongo algunos puntos que no me parecen correctos de la actual administración estatal, que a algunos lectores no les gustaron del todo, explico las razones que me llevaron a realizar estas críticas.
Es irrenunciable nuestro derecho a expresar todo lo que no nos parece de la administración de nuestro estado, es muy importante que tengan claro que como ciudadanos no formamos parte de un proyecto político, pues solo votamos por las promesas que expusieron durante las campañas, cualquier otro proyecto es irrelevante.
Si el actual gobernador tiene intensiones de sucesión, nunca lo dijo en su campaña, a diferencia de Héctor y Pepe Yunes, por lo que está fuera del compromiso que tenemos como ciudadanos que votamos por él. Además, es indispensable tener bien claro, que votar o sumarnos a un candidato durante su campaña, no nos obliga a seguirlo como dogma, por el contrario, lo he dicho en diversas ocasiones, el proyecto y la agenda política para los veracruzanos es la transición política y la construcción de una normalidad democrática.
La transición política se logró y no es capital político de nadie, es el patrimonio democrático de todos los veracruzanos, con ésta construiremos todos los días la normalidad democrática que requerimos. De otra manera estaremos condenados a repetir indefinidamente los errores del pasado.
Si no lo tienen presente nuestros políticos, la normalidad democrática se refiere a cuando los ciudadanos estamos en libertad de exigir a nuestros gobernantes cuentas claras y no los cuentos largos a los que nos tienen acostumbrados; cuando en la más completa y absoluta libertad, podamos exponer todos los temas que nos parecen incorrectos; cuando las elecciones se realicen en igualdad de condiciones para todos, que nadie por ningún motivo tenga el poder de modificar los resultados electorales; cuando seamos escuchados y atendidos por nuestros servidores públicos; y, sobre todo, cuando los recursos de todos los veracruzanos se utilicen de forma transparente y eficiente; todo lo anterior, entre muchos otros.
En lo personal, como ya doy por concluida la etapa de la transición democrática, y siendo que ésta solo requiere su consolidación, estoy en la mejor disposición de trabajar intensamente en la construcción de la normalidad democrática en nuestro estado, cualquier otra cosa, son proyectos políticos personales e intereses de grupo.
Es por lo anterior que entiendo que nuestra obligación es no sujetarnos como dogmas de fe a los dichos de autoridades o actores políticos, por el contrario, debemos analizar y tener claro que es lo que se ajusta a lo que requerimos los veracruzanos y que tan solo es una charada con intereses inconfesables.
Es indispensable que alcemos la voz cuando algo no nos parezca, después de todo, con solo no parecernos algo, tenemos el derecho a una explicación detallada del asunto. No estamos dispuestos a repetir los errores pasados, donde parece que les dimos un cheque en blanco para que hicieran lo que les diera en gana, sin explicar o justificar nada.
Por la información que se tiene, todo indica que siguen con muchas de las deformaciones administrativas de los gobiernos anteriores, licitaciones a modo, compra y adquisiciones oscuras, información no sustentada con datos oficiales y muchas otras linduras, que solo han desgastado de manera constante la credibilidad del actual gobierno y lo peor, si no es así, solo se trata de un terrible e injustificable error de comunicación.
No dudo que, como dicen, estén trabajando para que Veracruz retome el rumbo, pero solo son sus dichos, de verdad, deben de tener presente que para un diálogo con la sociedad es indispensable mantener una comunicación clara, verdadera y respetuosa.
Yo los invito a construir una comunicación estructurada e inteligente con los veracruzanos, contratar un vocero que informe detalladamente las acciones de gobierno y que los funcionarios no se enquisten detrás del gobernador con el mutis de la incapacidad de declarar algo medianamente inteligente.
Por cierto, una cosa es informar y la otra es dar publicidad de las acciones y obras del gobierno. Informar es entregar datos y precisiones claras y no tiene costo, la publicidad es hablar bien del gobierno, eso cuesta y cuesta mucho, sobre todo cuando no hay mucho de que hablar.
Si les molesta que nadie hable de lo que hacen bien, es que no tienen en cuenta que los ciudadanos no estamos para eso, no es nuestra obligación estar satisfechos y felices de la vida con los resultados que vemos todos los días.
Vamos a construir la normalidad democrática, seguro les será incomodo y hasta molesto a nuestros gobernantes, ni modo, de eso se trata, exigir cuentas y resultados no es agradable para nadie, ni para el que las pide y mucho menos para el que está obligado a proporcionarlos.
Ya tenemos el primero, aún recuerdo los premios Tlatoani de las administraciones anteriores y ahora un diputado que felizmente se va a Washington a recibir un inmerecidísimo premio por su trayectoria. ¿Y así quieren que estemos felices y satisfechos?
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