La triada nefasta de la UV

Víctor Arredondo Álvarez; Raúl Arias Lovillo; Sara Ladrón de Guevara, la triada nefasta de la UV FOTO: WEB

Víctor Arredondo hizo de la Universidad Veracruzana un negocio particular. Él fue el que inventó eso del Ceneval, aunque ese fue uno de sus tantos negocios; ¿dónde cree usted que aprendió sus mañas de ladrón Édgar Spinoso, el confeso saqueador de Veracruz del cuál dijo el gobernador, regresó sólo parte de lo robado? Spinoso era el administrativo de Arredondo, que después se pasó a la Secretaría de Educación donde siguió robando a manos llenas en el sexenio de Fidel Herrera.

Raúl Arias Lovillo como rector siguió los pasos de su predecesor, aprendió muy bien las mañas, pero al mismo tiempo se sometió a la voluntad de ese bandido llamado Fidel Herrera. La gran deuda que tiene el gobierno con la Universidad Veracruzana no es nueva, la deuda es una gran bola de nieve que empezó a rodar cuesta abajo desde los tiempos de Raúl Arias Lovillo. Pero Lovillo nunca reclamó, nunca pudo encarar a Fidel Herrera, pues mientras él tuviera su buena parte de ganancias, la institución no importaba. ¿Qué cedió Arias Lovillo a Fidel para que éste hiciera diputada a su novia en turno? Arias Lovillo tuvo a la UV en los últimos lugares del ranking universitario en Latinoamérica.

¿Qué decir de Sara Ladrón, la mujer que se formó en un rincón al lado de piezas arqueológicas? Sara Ladrón y Clementina Guerrero nunca pudieron levantar a la UV, que es cierto, ya estaba entonces desahuciada. Ellas se sintieron dueñas de la UV, pero no supieron qué hacer con ella. Ambas escribieron un nuevo capítulo de corrupción, ineptitud y cobardía. La puntilla de todo esto es el encubrimiento de Rodolfo Mendoza Rosendo, un dipsómano y manipulador que abusó de una de las glorias de la UV, un sujeto que tendrá que pagar por lo que hizo, a pesar de que Sara lo siga escondiendo bajo sus enaguas.

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