Rafael Pérez Cárdenas / Se está volviendo una insana costumbre que el gobernador del Estado recrimine a los medios de información la forma en que abordan las noticias. El reclamo en sí mismo es una contradicción que denota claramente la frustración que padece el mandatario. Lo que no queda claro, es si este estado de ánimo es a consecuencia de los resultados de su gobierno, el desempeño de sus colaboradores o la ríspida relación que ha decidido mantener con los medios.
Y digo que es contradictoria es por varias razones: la primera es que él mismo estableció las reglas de esta relación a partir de su llegada al gobierno; es decir, el estado de las cosas es porque él mismo así lo ha dispuesto, por lo que no se explica entonces su molestia. Sabía que esto iba a pasar, con o sin convenios de por medio. Ante las mismas preguntas que se hacían a Duarte, sobre los mismos temas –seguridad, deuda, falta de recursos para programas, etcétera- curiosamente la respuesta también ha sido la misma: culpar a los medios.
La segunda contradicción es que, si como se piensa al interior del gobierno, los medios no forman opinión y sólo son parásitos del erario público que están desesperados por fincar una relación comercial que los salve del cierre, entonces no se entiende la razón de su enojo. Al final, nadie se habría de enterar de lo que se publica. De la peor forma, parecen darse cuenta que esto es un error.
La tercera contradicción vendría de un razonamiento inverso. Es decir, si su molestia es que lo que publican los medios sólo es información negativa y ésta se está convirtiendo en una creciente opinión de desaprobación, entonces que echen a andar su política de comunicación social y que se deje a los secretarios de despacho que hablen de su trabajo, de sus logros, de sus acciones y entonces que se genere una sana y natural relación entre el reportero y los funcionarios a través de la información. No más.
Pero cuando nadie informa por instrucción superior, entonces es muy difícil para los reporteros encontrar notas positivas. Alguien se lo tiene que explicar al Gobernador o seguirá empecinado que sólo se trata de un problema de convenios, como si los muertos, los levantones, los secuestros, los atracos a comercios, y la falta de resultados de su administración fueran atribuibles a la labor que realizan los medios.
Con convenios o sin ellos, los medios están obligados a dar a conocer las cosas que pasan y no sólo lo que hace el gobierno –eso se llama difusión y es muy distinta a la información-. Intentar ocultar la realidad es repetir la tragedia del pasado reciente en que todo pasaba y nada se sabía… hasta hoy.
Y en esta mala relación, sin utilizar abiertamente el término, el mandatario estatal ha decidido establecer una especie de boicot a los medios de comunicación. Ya se han sucedido conferencias de prensa a las que sólo asiste el personal de la Coordinación General de Comunicación Social o entrevistas en las que se refiere a algunos medios, reporteros y columnistas, desacreditando lo que publican sin ofrecer prueba en contrario.
Bueno, pues algunos medios no han hecho esperar la respuesta. Por ejemplo, hace algunas semanas, en uno de los primeros reclamos de que los medios “no daban la de ocho” a las cosas buenas que hacía el gobierno, el periódico más importante de la capital del estado concedió su nota principal –la de ocho columnas, pues-, a la ola de crímenes y secuestros que se habían sucedido el día anterior. Fue un golpe certero.
Hoy, ante el boicot que están resintiendo algunos medios y periodistas, y el regaño habitual a los reporteros que cubren la fuente del Gobernador, algunos están pensando seriamente en devolverle la cortesía al mandatario estatal y hacer exactamente lo mismo, es decir, recurrir al boicot.
De esta forma, algunos de los principales medios del estado borrarían del mapa informativo al Gobernador y a su administración. Así como Yunes Linares ha dicho que se trata de un asunto de convenios y “que no los habrá”, para muchos medios, se trata de un asunto de información institucional veraz y confiable y que “tampoco la habrá”.
El boicot informativo al gobierno estatal sentaría un precedente histórico. Ningún gobernante en la historia ha establecido un abierto enfrentamiento con los medios, si acaso con una parte de ellos. El caso más reciente, el del gobernador de Nuevo León, quedó sólo en un discurso político, ya que si bien canceló muchos convenios, ha mantenido una relación comercial con quienes considera estratégicos para su gobierno.
Con un boicot en ciernes, el mandatario estatal podría perder tanto o más de lo que han perdido muchos medios de información. El próximo año habrá elecciones y con un Gobernador que no existe en los medios, es muy probable que tampoco exista en el imaginario de la gente, la misma que seguirá padeciendo pobreza, violencia, desempleo y falta de servicios. Aportarle sólo a las redes sociales es suicida por dos razones: la mayoría de los usuarios de las redes son anti sistémicos –aborrecen todo lo que huele a política-, y en Veracruz todavía hay mucha población rural que no accede a ellas.
Al final, no hay mal que dure dos años, ni para el mandatario estatal ni para los medios de comunicación.
Las del estribo…
- ¿Qué tienen en común los diez Ayuntamientos que han decidido firmar concesiones a 10 y 15 años para la prestación de algunos servicios públicos? Que todos son del PRI y que cambiarán de partido en el gobierno –a excepción de Medellín donde repite el PAN-. Hay que seguir la huella del dinero para saber quien está atrás de esas empresas.
- Según cifras oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los homicidios dolosos aumentaron en Veracruz 73 % en julio, en relación al año pasado. Además, informa la dependencia, la extorsión fue otro de los delitos que mayor impactaron a los veracruzanos, al aumentar 238 por ciento y ubicarse en el quinto puesto del ranquin nacional. Esa es información dura y madura, de una fuente confiable.
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