Zaira Rosas / Comienzo a escribir mi columna desde una computadora propia, eso me separa del sector mayoritario de la población, donde carecen de servicios básicos, algunos no tienen para comer, no han tenido acceso a la educación y probablemente no hablan día con día de la inseguridad, porque esta desde hace mucho es parte de su realidad cotidiana.
Sin embargo en el sector privilegiado de los trabajadores, estudiantes y demás personas la inseguridad es un tema que está a la orden del día, ha sido eje central de distintas columnas de opinión, ya sea por los constantes asaltos, los secuestros, feminicidios o enfrentamientos entre grupos armados. El tema se ha presentado de norte a sur, sin distinción más que de algunos estados como Veracruz que desde años atrás se ubica en el ojo del huracán por este y otros tópicos.
Aunque muchos ciudadanos gozamos de privilegios que no tiene la gran parte de mexicanos, no somos una minoría mucho más grande que la minoría que dirige nuestro país, el sector más privilegiado está representado por un 1% de los 127,5 millones de habitantes en nuestro país, a este sector pertenecen muchos de nuestros dirigentes, quizás por ello cuando toman decisiones o crean planes de desarrollo, sus propuestas nos parecen absurdas porque la realidad que vivimos el resto de mexicanos no se compara con lo que ellos enfrentan día con día.
Recientemente, la hija de un reconocido político de Veracruz y sobrina del actual gobernador de esa entidad, fue asaltada. El acto tuvo lugar en una de las principales avenidas del puerto, a plena luz del día, el auto de la joven recibió un cristalazo y le arrebataron las pertenencias al interior del vehículo. Acto seguido, la afectada expresó su descontento en las redes, diciendo que – No tiene madre la gente que hace esto… –Pero el acto es uno más de los que ocurren cotidianamente en el Estado, un cristalazo no es nada comparado con las muertes que de lunes a domingo se han vuelto el tema de portada, y como bien señalaba en su columna el periodista Bernardo Gutiérrez, ¿Qué hubiera pasado si en vez de un cristalazo le ocurriera otra cosa?, el artículo del periodista nos lleva reflexionar sobre lo evidente, es difícil reconocer la situación del común de la gente cuando perteneces a este estrato, un gobernador o un presidente que vive rodeado de escoltas no se entera del temor con el que viven los demás ciudadanos.
Lo mismo pasa con el resto de temas, cuando los privilegiados dirigen un país sin acercarse verdaderamente a conocer las necesidades de su gente, crean programas para llevar computadoras a todas las escuelas, incluso a los lugares donde aún no hay luz, piden a los maestros responder evaluaciones digitales, sin preocuparse antes de que los maestros sean capacitados para adaptarse a nuevos entornos tecnológicos, crean programas de desarrollo social donde los beneficiarios reciben dinero, olvidándose de capacitarlos para el trabajo y que estos sean capaces de mejorar su realidad por sí mismos.
Necesitamos al frente de las instituciones gubernamentales a personas con vocación de servir, no de servirse, porque tristemente en la actualidad muchos de los dirigentes aspiran a ocupar gracias a los ciudadanos un lugar en ese 1% de la población, como prueba de ello tenemos al Ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte y su esposa, quienes soñaban con abundancia y creyendo merecerla les valió actuar a costa de quienes depositaron en ellos su confianza. Pese a la ausencia de estas figuras, los daños en la entidad prevalecen, la inseguridad que se vive hoy en día es el resultado de los errores del pasado, y que seguirán agravándose mientras los que toman decisiones sigan en medio de su propia utopía.
México no puede mejorar sin ser conscientes de la realidad que enfrentamos, no podemos construir castillos de arena cuando lo que se necesita son refugios sólidos, la corrupción de los casos como el de odebrecht se volverá a presentar mientras perduré la ambición y no la vocación. Si estás leyendo esto probablemente tienes privilegios por encima del común, como ciudadano también puedes colaborar, seamos conscientes de nuevas formas de ayuda, de cómo podemos aportar desde nuestro campo para la mejoría de quienes no tienen acceso a la educación, a un trabajo, a sustentos básicos. Si juntos apoyamos el desarrollo de nuestras estructuras y buscamos un mejor balance, haremos más difícil el que los más necesitados sean reclutados por las filas del crimen. Es una tarea difícil, que toma tiempo y voluntad, pero podemos lograrlo.
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