La corrupción va de la mano del fraude electoral, ésta se vio muy bien representada en la elección del Estado de México, donde miembros del gabinete presidencial se pusieron el antifaz de mapache electoral y trabajaron a favor del primo del Ejecutivo federal. En otras palabras, se robaron la elección.
El problema se agudiza, ya que en pocos meses los mexicanos seremos testigos de una verdadera confrontación entre los grupos de poder político y económico, donde un árbitro, como el Instituto Electoral, carece de credibilidad e imparcialidad.
Lo cierto es que el estigma de la corrupción amenaza la próxima elección presidencial y lo que es peor, esta es impulsada desde adentro por la propia pandilla de rufianes que se escuda bajo un cargo federal. Desde luego, solapados por su amigo el presidente Peña.