Armando Ortiz / Un ejemplo es un modelo a seguir. De acuerdo con su raíz, la palabra ejemplo significa tomar algo de un conjunto para ponerlo de muestra. Un ejemplo no necesariamente tiene que ser positivo, hay ejemplos negativos, personas o acciones que no se deben seguir.
En un principio la literatura toma esta palabra para designar los relatos que contenían una enseñanza. Los relatos más conocidos de este género están el Libro de los enxiemplos del conde Lucanor et de Patronio. Es este un magnífico libro de relatos escrito a finales del siglo XIII. El libro abreva de la tradición hindú, sobre todo del Panchatantra, una colección de fábulas que data del siglo III a. C. Pero en el Libro de los exemplum del conde Lucanor (título castellanizado) también encontramos adaptaciones a su época de relatos de Las mil y una noches y de otras tradiciones. El autor es el infante Don Juan Manuel, el primer escritor de su época que firma sus relatos como autor. El método, si lo pudiéramos llamar así, es el siguiente: El conde Lucanor tiene una duda, un dilema o una pregunta y acude a su consejero Patronio. El conde expone su dilema y Patronio, antes que darle una respuesta simple, “sí, no, hágalo, no lo haga, tómelo, no lo tome”, le contesta a su señor con un exempla (singular de exemplum) que en su contenido disipa toda duda en el conde y lo ayuda a tomar la decisión correcta. En fin, regresamos al principio, un ejemplo es un modelo a seguir.
El presidente Peña Nieto siempre ha carecido de un Patronio, ese sabio que aconseja al conde Lucanor. Seguramente, si lo tuviera, su imagen ante sus gobernados no estuviera tan deteriorada. Pero supongamos que Peña Nieto tuviera a su Patronio y que un día Peña llegara y le dijera: “Querido Patronio, fíjate que estoy a punto de una entrevista en un medio internacional y seguramente me van a preguntar no sólo sobre mi gobierno sino sobre los gobernantes jóvenes que están tomando el mando de los gobiernos de sus estados. ¿Crees que los deba poner de ejemplo? Todos ellos son emanados del PRI, son jóvenes e inician su gobierno”.
En el relato número XXIV del libro escrito por el infante Don Juan Manuel existe semejante dilema. El conde Lucanor consulta a su consejero: “Patronio, en mi casa se crían y educan muchos mancebos, que son hijos de grandes señores o de simples hidalgos, y en los cuales puedo ver cualidades muy diferentes. Por vuestro buen juicio y hasta donde os sea posible, os ruego que me digáis quiénes de esos mancebos llegarán a ser hombres cabales”.
La respuesta de Patronio es la siguiente: “Señor conde esto que me decís es difícil saberlo con certeza, pues no podemos conocer las cosas que están por venir y lo que preguntáis es cosa futura, por lo que no podemos saberlo con certidumbre”. Por lo tanto, Patronio le relata la historia de un rey moro que tiene tres hijos jóvenes y debe decidir a quien le va a dejar el reino. El rey sabio decide probar a cada uno y de esa prueba surge el más prudente y mejor capacitado. Al final sale la moraleja del cuento que dice: “Por palabras y hechos bien podrás conocer, en jóvenes mancebos, qué llegarán a ser”.
Pero Peña Nieto tiene como consejero a don Pendejo, que lo dejó recomendar a sus gobernantes jóvenes como ejemplo de lo que era el nuevo PRI: Javier Duarte, Rodrigo Medina, César Duarte y Roberto Borge. Todos estos están siendo buscados por la justicia. Javier Duarte y Roberto Borge están ya en la cárcel, Rodrigo Medina ya estuvo y salió por argucias de sus abogados, y César Duarte es un prófugo de la justicia.
En 2015, Peña Nieto otra vez preguntó a su consejero don Pendejo, si podía poner de ejemplo al cantante de banda Julión Álvarez en su visita a Chiapas. Otra vez don Pendejo le dijo a priori que sí y entonces Peña lo mencionó con estas palabras: «Muchas gracias, Julión. Un joven talento de Chiapas. Un joven que ha destacado, que ha representado a su tierra, y me da mucho gusto que sea un gran ejemplo para la juventud mexicana. Gracias, Julión, por estar aquí».
Hoy el ejemplo de la juventud, el amigo de Peña Nieto, se encuentra señalado por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y cada vez que Julión habla da pautas para no dudar de su culpabilidad; ¡vaya manera de empinarse por el hocico.
Los ejemplos de Peña Nieto son completamente fallidos. Peña Nieto no tiene consejeros sabios, antes bien, al darnos cuenta de sus pifias, seguro sigue teniendo entre sus consejeros a don Pendejo; y dicen por ahí que es al único que escucha.
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