Pide Aristóteles Sandoval, gobernador de Jalisco, que respetemos la presunción de inocencia de Julión Álvarez y por ende la de Rafa Márquez. Están en su derecho, en este país nadie es culpable hasta que se le demuestre lo contrario. Sin embargo, el alcalde de Jalisco, que quién sabe de dónde le salieron ínfulas de abogado defensor, debe pedir también a sus defendidos que respeten nuestra inteligencia.
Y es que los dos señalados como testaferros del narcotraficante Raúl flores, ahora salen a decir que ellos no sabían nada. Dice Julión que a Flores sí lo conoce pero que no sabía que se dedicaba al narcotráfico; como si el mundo de la música banda no tuviera antecedentes de narcos entre ellos. Rafa Márquez, más sobrio, dice que es inocente, pero los hechos demuestran que, o estaba ciego o como dice uno de sus apologistas, es tan bruto que no se sabe la tabla de multiplicar.
Y es que muchos de los socios de sus empresas son personas vinculadas al narco, entre ellos Omar Caro Urías, uno de los hijos de Caro Quintero. Además, la investigación del Departamento del Tesoro se llevó dos años, y los vínculos que señala entre los señalados con Raúl Flores data de décadas atrás. ¿En tantos años no se dieron cuenta? Entonces sí, son muy brutos los dos.
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