Gran parte de estos funcionarios se batieron en el lodo de la corrupción con estos siniestros personajes. Nacieron nuevos ricos que no les importó que perdieran la dignidad. La ética y honradez fue sepultada por saqueos, robos, desvió de recursos, peculado, despilfarro y otras prácticas reprochables. Hoy muchos de ellos andan con el oprobio a cuestas, la sociedad veracruzana los señala con el dedo flamígero de la ignominia.
Sus apellidos y nombres fueron revolcados con sus acciones; la rapacidad con la que se condujeron, los condenan; algunos de ellos han tenido que regresar lo que se robaron; no solo Xóchitl Tress, también Bermúdez Zurita, Édgar Spinoso y otros más han tenido que hacerlo.
Sin embargo, su honorabilidad quedo arrastrada por los suelos, su palabra no vale ni medio centavo, su sola presencia provoca cuchicheos y murmuraciones. Es parte del precio que tienen que pagar los que andan en libertad, otros tendrán que pasar muchos años en la cárcel.