Fidel lo puso cerca de su delfín, lo hizo asesor de Javier Duarte cuando éste despachaba en su oficina de Finanzas. Sus sucias artimañas y su hambre de poder y dinero salieron a flote cuando trabajo en la campaña para diputado de Duarte. Ya encarrilado, hizo amarres hasta con el diablo con tal de no perder la aprobación de la dupla maldita Herrera-Duarte.
Para Deantes, sus zapatos con medias suelas y sus camisas con el cuello gastado ya eran cosa del pasado, y más aún cuando logró pisar la oficina del kilómetro 4.5 que albergaba la Oficialía Mayor de la SEV. Ahí fue precisamente donde se hinchó de billetes y comenzó a construir la famosa Villa Meona.
Por eso nadie le cree que una artista venida a menos, como la Güereja, le haya prestado o donado más de dos millones a su esposa. Deantes merece cárcel, y es ahí donde los veracruzanos quieren verlo.