Es lamentable que la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil termine siendo sólo un tianguis de libros. Esto lo decimos porque la feria, desde sus inicios, siempre fue un foro para que se llevaran a cabo diversas actividades artísticas que iban desde música, ballet, teatro, cuentacuentos y hasta conferencias magistrales. Y no nos vengan a decir que la razón de esto es el poco presupuesto que hay para la Feria.
Si bien es cierto que no se puede traer espectáculos o ejecutantes de otros países o de otros estados, en Veracruz estamos llenos de artistas que buscan un foro dónde presentarse. Tan sólo en Xalapa, un puñado de teatreros, danzantes y músicos hubieran acudido con gusto al llamado urgente del Instituto Veracruzano de la Cultura, si es que éste los hubiera llamado para rescatar uno de los eventos con más tradición en la capital veracruzana.
Pero no hubo tal llamado, no hubo voluntad y mucho menos creatividad. Por supuesto esto no quiere decir que no debamos ir a la Feria. A los amantes del libro y la lectura no los inhibe la falta de creatividad por parte de las autoridades de Cultura; los amantes de la Feria van tras el libro y ese, al menos por esta ocasión, no ha sido cancelado.
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