En su carta a la comunidad universitaria, la rectora Sara Ladrón de Guevara, a la manera de Javier Duarte, pretende jugar con las palabras, aliterar con el sonido de dos conceptos vacíos, pero que le suenan a Calderón de la Barca. Pertenencia dice ella, con la intención de invitarnos a ser parte de la UV, aunque conociéndola, Sara Ladrón siente que la UV es de su pertenencia: «Me pertenece porque yo la saqué del hoyo donde estaba». Como lo señalamos en una entrega anterior, Sara Ladrón de Guevara «tiene motivos para creer en lo extraordinario suyo. Creer que ha salvado muchas cosas del naufragio. Pero no es cierto»”.
“Pertinencia”, impertinencia diría yo, pero sobre todo por falta de congruencia. Ella dice en ese documento que «han sido cuatro años de recuperar la cultura de la meritocracia y reorganizar los concursos de oposición que habían sido prácticamente desmantelados».
Sin embargo, son muchos los académicos que señalan que lo que dice la rectora no es del todo cierto, pues ellos mismos han detectado corrupción en los procesos para las convocatorias de los tiempos completos: «Existen evidencias de estos actos donde la transparencia está ausente».
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