Jorge Flores Martínez / No me siento nada cómodo exponiendo un asunto personal, nunca fue mi intención, pero, voy a intentar platicarlo sin el apasionamiento de un padre y, por supuesto, con la racionalidad imposible de mantenerme ajeno.
Mi hija mayor fue becada durante toda su carrera, en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, por su desempeño académico; fue Premio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, del British Council y del CENEVAL Nacional por excelencia en sus estudios, además cuenta con prácticas profesionales en distintos consulados de México en el extranjero y fue becaria por Proméxico.
En una ocasión, lo anterior, se le expuso al gobernador Yunes, quien dio las indicaciones para que fuera entrevistada por el secretario de desarrollo económico, siempre con la advertencia de la compleja situación financiera del estado; para esa entrevista, mi hija, preparó un protocolo de trabajo para mejorar la imagen de Veracruz en el extranjero, utilizando algunas de las representaciones que tiene México en lugares estratégicos, así como veracruzanos con representatividad en las artes, deporte y las ciencias.
Trabajó unas semanas en este protocolo y me comentaba que realmente requería de muy pocos recursos, que todo radicaba en mostrar lo bueno y a los buenos de Veracruz antes que lo malo y a los malos, pero hacerlo de una manera estudiada y programada. Su interés era echar andar el programa y pedir apoyo para una beca en el extranjero.
Pasaron los días, las semanas, los meses y no hubo la menor respuesta por parte de la Secretaría de Desarrollo Económico a pesar de las visitas y llamadas constantes. Por lo que mi hija decidió hacer lo que hacen las personas inteligentes, mandarlos al carajo y continuar con sus proyectos. El comentario que me hizo fue: “es una pena, pero México y Veracruz son una porquería para los jóvenes, si no eres de una familia de políticos no eres nada, los privilegios no se obtienen con el esfuerzo y la dedicación, son herencia y propiedad a disponer por ellos”.
Días después me dijo que había sido aceptada y le habían otorgado un porcentaje de beca académica en una de las más prestigiosas universidades a nivel mundial y que sería la primera mexicana becada en esa institución. Recuerdo que con tristeza me dijo que le gustaría ser de otro estado o país, pues, aquí en Veracruz nada se obtiene con esfuerzo, todo era corrupción y tranzas. Su madre y yo le dijimos que veríamos la manera de apoyarla.
Una de las formas de apoyarla era el trabajo que mi esposa había obtenido en este gobierno, un trabajo sencillo y, con un sueldo que muchos funcionarios tacharían de insignificante y poca cosa, pero para nosotros como familia era la forma de apoyar a nuestra hija en este proyecto académico.
Mi esposa trabajó durante tres meses y, un día fue notificada que no requerían más de sus servicios, que por favor se retirara; le dijeron que la decisión no era personal, sino que se había tratado de una selección “aleatoria”. Curiosamente fueron seleccionados aleatoriamente amigos, recomendados, miembros del partido y demás “aleatorios” personajes. Claro, le pidieron que se retirara pero sin pagarle un peso, el gobierno del “cambio”. Debo aclarar que mi esposa contaba con la experiencia y conocimientos necesarios para el trabajo.
Se trató de un golpe durísimo, gran parte del proyecto de mi hija se basaba en poder disponer de este ingreso económico para apoyarla en sus estudios en el extranjero. Lo comentamos en familia y mi hija desde un principio, posiblemente por ser una persona mas realista y pragmática, decidió no esperar nada. Mi esposa por el contrario nos convenció de buscar el apoyo del gobierno del estado, nos decía que una oportunidad así no se debe desperdiciar, además el gobernador se había comprometido en apoyar a nuestra hija.
Fue así que decidimos solicitar una cita con el secretario particular del gobernador hace ya tres meses, no hubo y no habrá respuesta nunca, porque seguramente mi hija tiene razón, somos una familia de Xalapa, de clase media y sin trayectoria política. Los privilegios no pertenecen al esfuerzo o a la dedicación, son propiedad de los políticos, para que los gocen impunemente en nuestras narices, para que los veamos hablar de desvíos millonarios sin culpa, candidaturas indecentes, millones y millones de pesos por solo ser nuestros servidores públicos, escándalos corrientes y disfrute de una vida patrocinada con nuestro dinero, el dinero de todos los veracruzanos.
No pedimos nunca el menor privilegio porque no creemos en ellos, no solicitamos el favor de un trabajo a nadie, porque sabemos y creemos en el mérito y la preparación, lo único que nos atrevimos fue a intentar hacer las cosas como se supone deben hacerse, pero fue mi error, ingenuamente creí que las cosas habían cambiado.
Y fui tan ingenuo que hasta pedí una cita.
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