Arturo Reyes Isidoro / Ante la ola de violencia y el baño de sangre que envuelven y tiñen de rojo a Veracruz, ¿al diablo con las instituciones?
Creo que quien entiende muy bien la gravedad de la situación y como autoridad actúa en consecuencia con responsabilidad es el alcalde de Xalapa, Américo Zúñiga Martínez.
El domingo, como reacción a los hechos del sábado, fue preciso: “aquí no cabe el linchamiento político, lo que importa es que realmente la sociedad recupera la tranquilidad”.
Aunque no dio nombres, fue evidente que se refería a la ola de críticas, reclamos y reproches en las redes sociales contra el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
A éste le llueve porque no ha podido cumplir su promesa de campaña de que en seis meses acabaría con la inseguridad, la violencia y la delincuencia.
La cuestión ahora es preguntarse si demoliendo a palos mediáticos y en las redes sociales al gobernador se va a resolver la situación o si al contrario como sociedad hay que cerrar filas en torno a su gobierno.
Al menos, Yunes Linares no se ha ensoberbecido pese a los pobres resultados y ha aceptado la realidad.
El mismo domingo pasado en un mensaje ante los medios reconoció: “Me comprometí, y es cierto, a que en seis meses tendríamos mejores resultados”, pero atribuyó a “elementos de carácter nacional” que en las últimas semanas, “como lo hemos reconocido frente a todos ustedes, la situación se haya complicado”.
Ayer, en entrevista con Pascal Beltrán del Río para Imagen Radio, afirmó que es necesario reconocer el problema y no ocultarlo, lo cual también creo que es correcto.
Mencionó algo que me parece importante para explicarse el problema: que por Veracruz pasan ductos de combustible y que lo atraviesan importantes vías de comunicación rumbo al sur y rumbo al norte del país por lo que los grupos delincuenciales se disputan la zona.
Esta argumentación lo justifica y convence más, porque es una realidad que todos conocemos, que tratar de rehuir la responsabilidad que le toca como gobernador tratando de seguir culpando y responsabilizando sólo a Fidel Herrera y a Javier Duarte.
Es cierto que sobre todo al primero de ellos lo envuelve la sospecha de haber abierto la puerta para que se estableciera en Veracruz la delincuencia organizada, porque incluso hay señalamientos en tribunales de Estados Unidos de haber sido apoyado en su campaña con recursos de esos grupos, pero también habría que preguntarse si de todos modos los cárteles no hubieran ingresado al Estado aunque no hubieran tenido el visto bueno oficial.
Tal vez lo único que propició el apoyo del gobierno entonces, si es que lo hubo, es que la entrada de los delincuentes fue sin mayor derramamiento de sangre, que si hubiera habido resistencia hoy el saldo de víctimas sería más horroroso de lo que ya lo es.
De todos modos las fosas clandestinas, el gran panteón que es Veracruz, no salvan de responsabilidad lo mismo a Fidel que a Duarte, pero ninguna autoridad local o federal actúa en consecuencia.
Pero hoy la responsabilidad de dar seguridad a los veracruzanos es del nuevo, del actual gobierno y por eso el reclamo social para que cumpla su promesa de campaña.
Creo que en este momento nada resuelve con insistir en echarle la culpa a los antecesores porque ya no están y porque el problema no sólo persiste sino que se ha agravado. Ahora lo verdaderamente importante es contener y de ser posible resolver el problema.
Ayer tanto el diario Reforma como el noticiero Despierta con Loret de Mola desde muy temprano destacaron un hecho: que en el Estado los homicidios dolosos pasaron de 375 entre enero y mayo de 2016, a 748 en el mismo periodo de este año, lo que significó un aumento de 99 por ciento.
El medio impreso dio el dato que luego Yunes Linares argumentó a Pascal Beltrán: “Esta ola de violencia es atribuida por las autoridades a la disputa de territorios entre bandas criminales”.
Ahí está, pues, la realidad en números fríos, precisos, inequívocos, y la responsabilidad de lo que pasa en Veracruz es ya del nuevo gobierno.
El problema nos afecta a todos porque la delincuencia no distingue a la hora de actuar si la víctima es roja, azul, amarilla, verde, morada o del color y la sigla que se quiera.
El peligro, el riesgo se cierne sobre toda la población civil porque en la guerra entre el gobierno y la delincuencia puede quedar atrapada en medio o ser víctima colateral.
¿Es lo mejor entonces estarse culpando, estarse lamentando en lugar de formar un amplio frente común para atacar el problema?
Por eso creo que el mensaje de Américo Zúñiga es importante y oportuno: en lugar de linchamiento mediático y en las redes hay que ocuparse en buscar cómo se recupera la tranquilidad.
No que se quiera excluir de la responsabilidad que tiene el gobernador Yunes Linares. Para nada. Pero ante un problema tan grave debe haber prioridades y ahora lo es evitar la muerte de más personas inocentes como los niños de Coatzacoalcos.
También dijo Américo el domingo: “Más que nunca Veracruz necesita coordinación, unidad de esfuerzos y concentrarnos en lo que verdaderamente es importante: dejar de lado cualquier situación política que no cabe y ponernos a trabajar realmente en las acciones que lleven a una respuesta favorable a esta situación por la que atraviesa el Estado, que no es nueva, pero ha arreciado y a todas las autoridades nos invita a coordinarnos y esforzarnos por dar resultados”.
¿Por un tiempo, ante un grave problema que atañe a todos porque nos amenaza por igual, nuestros políticos panistas, priistas, morenos, perredianos y demás fauna no podrían sentarse a una misma mesa y conjuntar esfuerzos para darnos siquiera un rayo de esperanza de que es posible que podamos recuperar la paz y la tranquilidad que hace un buen tiempo hemos perdido?
Haciendo a un lado a la persona, ¿no son capaces de ver la institución y trabajar unidos y en torno a ella pensando en los millones de veracruzanos que dicen representar o a los que aspiran a representar y a cuyas costillas viven pues disfrutan de todo lo que disfrutan gracias al pago de nuestros impuestos?
¿Pueden más su mezquindad política, sus intereses personales, de grupo o de partido que el bien común?
¿Los políticos que ahora critican al gobernador Yunes Linares y no proponen a cambio una solución, no tienen la visión ni el alcance para entender que si alguno de ellos le arrebata la gubernatura el próximo año heredará el grave problema si no se ponen a trabajar todos unidos desde ya para atenuarlo y de ser posible resolverlo? ¿No aprenden con la lección del propio Miguel Ángel de que no es lo mismo pasársela criticando que ser parte y responsable de la solución?
Si no sientan las bases de solución, que será a largo plazo, quién sabe qué tan largo, no creo que en su sano juicio en la campaña electoral del próximo año, dentro de sólo unos cuantos meses, alguno de los interesados irá ofreciendo y volverá a repetir que él sí va a resolver el problema.
Por ahora –a veces son tan miopes que no se dan cuenta– van perdiendo todos los que están en el poder, unos por priistas, que ostentan la Presidencia, otros por panistas, que tienen la gubernatura. Ni el Gobierno Federal ni el Gobierno del Estado pueden con el problema.
El buen entendimiento le asiste a Américo Zúñiga: deben dejar a un lado cualquier situación, cualquier diferencia política y ponerse a trabajar en forma coordinada para resolver el problema. Y darnos seguridad, paz, tranquilidad. Qué bueno que hace a un lado su filiación priista y que el gobernador sea panista. Finalmente ambos son veracruzanos.
La búsqueda y posible captura de los criminales no creo que vaya a ser pacífica. Habrá, viene más derramamiento de sangre. Si los políticos no actúan con responsabilidad, organícemonos como sociedad y protejámonos como podamos.
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