En su acepción más inocente, espiar podría ser sólo escuchar a escondidas a una persona para ver qué hace o a dónde va. Si avanzamos un poco tener información de la persona espiada nos podría dar una ventaja sobre ésta. Espinado también se puede buscar en la intimidad de una persona con la finalidad de sacar algún provecho de algún desliz o de ciertos pecados ocultos, quizá con la intención de extorsionar a la persona. El caso es que también se puede espiar a una persona con el propósito de dañarla. Pero que sea el Estado el que se ocupe de espiar a periodistas y activistas que le son incómodos, eso es un acto de abuso del poder.