Se acuerda usted de aquel envalentonado exgobernador, orgullo de Nopaltepec, que salió del exilio obligado de España y que clamaba a los cuatro vientos, como quinceañera mancillada, que vendría a México a limpiar su honor cuando fue acusado por el Gobierno de Veracruz de haber usado medicamento pirata para tratar a enfermos de cáncer. Se recordará que buscó un amparo contra toda orden de aprensión, no obstante ningún juez quiso ampararlo.
Por cierto, algunos incautos hasta pintaron bardas y otros que estuvieron pegados a la ubre fidelista hasta lo bendecían y le daban muestras de agradecimiento abyecto en las redes sociales. Pues, si éstos lo ven, avísenle que las autoridades ministeriales se quedaron esperándolo. Resulta que el famoso Tío Fide, al ver que estaban aplicando “la voladora” contra los incondicionales de Javier Duarte, decidió no presentarse a terruño veracruzano.
Hoy, con la detención de su hijo putativo en el penal de Matamoros, Guatemala, su cercana extradición y con las revelaciones que está haciendo el hombre fuerte del sistema duartista, Bermúdez Zurita, Fidel no quiere ni piensa asomar la cabeza.
El polémico y oscuro Tío Fide está escondido, anda a salto de mata, sabe que la espada yunista está desenvainada. Es cierto que sus denuncias en contra se encuentran escondidas con el más grande sigilo, pero también sabe que con una sola llamada, todo el aparato de justicia veracruzano le apuntará directamente a la yugular. Que alguien le diga que regrese a Veracruz, que muchos lo están esperando. ¿O no?
Comentarios