PRI, nuevo récord histórico: 173 alcaldías perdidas

Xalapa, Ver. Renato Alarcón Guevara FOTO: AGENCIA FOTOVER
- en Opinión

Arturo Reyes Isidoro / No. No debe ser nada grato pasar a la historia como el dirigente de un partido político que más alcaldías ha perdido en su historia.

Eso es precisamente lo que le acaba de pasar a Renato Alarcón Guevara, quien, siendo benevolente con él, acaba de perder como dirigente estatal del PRI 173 presidencias municipales el domingo, todo un récord histórico.

En 1994, como dirigente tricolor, Felipe Amadeo Flores Espinoza perdió 80 alcaldías de 212, ganando en 132, lo que entonces fue un verdadero escándalo.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que se le quitara el rubor de la cara cuando tres años después, en 1997, lo superó el hoy gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, quien como presidente del CDE tricolor perdió 107 presidencias, ganando en 105.

Algo que, sin embargo, no ha hecho otro dirigente ante la derrota, fue que Miguel Ángel presentó su renuncia a la presidencia del CDE al día siguiente de la elección.

Pero no fueron los únicos. En 2010 siendo dirigente Jorge Carvallo Delfín el PRI perdió 122 presidencias, o sea, ganó sólo en 90, mientras que Erick Lagos Hernández perdió en 119 y triunfó únicamente en 93.

Digo que siendo benevolente con Renato, porque en rigor, jugando el PRI solo, sin alguna alianza, ganó sólo tres alcaldías: Comapa (4,812 votos), Jilotepec (2,001) y Tepatlaxco (2,157), las cuales, sumadas, no alcanzan los 10 mil sufragios.

Fue gracias a su alianza con el Partido Verde Ecologista de México que el tricolor ganó 36 más, de los cuales por lo menos 10 fueron propuestos por los verdes, no por los tricolores. De ellas, sólo en tres pudo superar los 10 mil votos: Cosoleacaque (22,006), Orizaba (14,889) y Chicontepec (10,474).

Cuando Alarcón Guevara asumió la dirigencia de su partido ya sabía que las condiciones políticas eran difíciles, incluso adversas, pero precisamente en esas circunstancias es cuando se demuestra de qué están hechos los hombres.

Tuvo la gran oportunidad de demostrar su valía como político, su capacidad negociadora, su liderazgo unificador y su carácter para imponerse y poner orden en un partido con sus figuras más importantes desbalagadas y cada quien actuando según sus intereses personales, pero no lo pudo hacer.

Pero sería injusto achacarle sólo al exdelegado federal del ISSSTE la responsabilidad del desastre. Mucha culpa la tuvo la delegada del Comité Ejecutivo Nacional, Lorena Martínez Rodríguez, zacatecana de origen y avecindada en Aguascalientes donde fue candidata a gobernadora en 2016 y para variar perdió.

Un amigo cercano a Renato me comentó un día que ella era una especie de Penélope, porque lo que durante el día tejía políticamente el presidente del PRI estatal, ella por la noche lo deshacía, creando una gran división entre las filas tricolores.

En esta columna comenté que una tarde coincidimos en un restaurante y que cuando mencioné el nombre de Renato, ella, con toda la ironía de la que era capaz, me preguntó  que quién era “ése”.

También publiqué que tenía a colaboradoras-asesoras como Corintia Cruz Oregón, candidata perdedora a diputada, además de que importantes políticos la acusaban de estar rodeada de un grupo de amigas veracruzanas quienes la aconsejaban y de hecho ellas eran las que le decían qué decisiones tomar. El desastre no se podía evitar.

Salvo Orizaba, el PRI no ganó algún municipio importante, grande, de más de 90 mil electores, y si bien quedó como la segunda fuerza política sólo por debajo de la alianza PAN-PRD, su desventaja es considerable: suma en alianza con el Verde sólo 39 alcaldías contra 112 de azules y amarillos que casi los doblan en número de votos: 1,050,213 contra 577,727, casi los mismos que Morena, que jugó solo, es un partido relativamente nuevo, no tiene la estructura que los tricolores y obtuvo 556,875 sufragios.

En ese escenario se ha iniciado ya la carrera por la renovación de la gubernatura dentro de 12 meses.

En el PRI tienen que sentarse de inmediato a hacer un recuento de daños, renovar de pe a pa su dirigencia estatal, sacar del Estado de inmediato a la delegada y enviar a lo que antes se llamaba un delegado de lujo, si es que quiere llegar en plan competitivo en 2018, sea quien sea su candidato.

Analizando fríamente las cifras y haciendo las alianzas aparte (PAN-PRD y PRI-PVEM), de los partidos que jugaron solos, el PRI ocupó el último triste lugar: Partido Nueva Alianza (Panal) 18 alcaldías, Morena 17, Movimiento Ciudadano 9, Encuentro Social (PES) 6, Partido del Trabajo (PT)  y Partido Verde Ecologista de México  (PVEM) 4, y Partido Revolucionario Institucional (PRI) 3.

En una entrevista que le hizo ayer Ángeles González Ceballos para TeleCliv.tv, el senador José Francisco “Pepe” Yunes Zorrilla, aspirante a la candidatura del PRI a la gubernatura para 2018, aceptó que su partido vive un momento “inédito, muy complicado”, ya que “los priistas están descobijados y no saben hacia dónde marchar”, y  que la situación de su partido “es complicada”.

Pero como si el tiempo no les urgiera y no tuvieran un panorama complicado, en lugar de ponerse de acuerdo y marchar de inmediato con un candidato de unidad, ahora vuelven a la misma confrontación entre Pepe y Héctor Yunes Landa, ambos en pugna política por lograr la candidatura de su partido.

Y para decepción de sus simpatizantes y seguidores, que quieren otra actitud de su gallo, Yunes Zorrilla consideró que Héctor “tiene méritos”, es un “cuadro valioso”, “hay que reconocer que tiene trabajo y presencia” y que hasta “será un honor el poder participar frente a un hombre de la talla y la calidad de Héctor Yunes Landa”. ¡Ah! Y que él, Pepe Yunes, buscará la candidatura “en cuanto lleguen los tiempos”.

Por su parte, en conferencia de prensa, Yunes Landa se redestapó una vez más, como aspirante a la candidatura del PRI: “Yo lo he dicho, yo soy una persona de retos, mi decisión es clara, mi decisión la tomé ya hace varios meses, y lo he dicho, sí voy a buscar la nominación para ser candidato y voy a participar en la elección constitucional del próximo año, en la elección estaré en la boleta de gobernador del estado de Veracruz”.

Contrario a su “sobrino”, Héctor no le echó una sola flor a Pepe. De hecho, ya lo descartó cuando afirmó: “… estaré en la boleta de gobernador del estado de Veracruz”.

Los priistas ahí la llevan cuando la alianza PAN-PRD amarró, de hecho, ya el 50 por ciento de la próxima gubernatura con el resultado de la elección el pasado domingo.

Panal, la sorpresa

No le daban alguna posibilidad al Partido Nueva Alianza, el partido que formó Elba Esther Gordillo, pero ha resultado la gran sorpresa en la elección del domingo.

Se ubicó como la tercera fuerza política del Estado con las 18 alcaldías que obtuvo, una más que Morena (17), si bien con menos votos porque los municipios que ganó son chicos en electores.

Pero ahí está como nuevo actor relevante, y un detalle que poco se sabe es que el gran artífice de todo fue el diputado local Vicente Benítez González, quien ha mantenido una actitud callada, de cero protagonismo, pero con mucha efectividad política.

Demostró que sin los grandes recursos de otros partidos sabe ganar, y su mérito es mayor porque el Panal no tiene la estructura política que algunos de la competencia.

Un extra es que para el siguiente proceso ya más de uno no dudará en contender bajo esas siglas. Si cuidan lo ganado, pueden fortalecerse.

La otra sorpresa fue la de Movimiento Ciudadano, que se ubicó en quinto puesto con nueve alcaldías, todo reflejo del proselitismo que vino a hacer el exgobernador Dante Delgado.

Y la novedad fue el triunfo de tres candidatos independientes: en Coahuitlán, San Andrés Tuxtla y Tlacotalpan, a reserva de los resultados finales oficiales.

Gana Morena en Emiliano Zapata

Los pleitos internos en el PRD en Emiliano Zapata, municipio conurbado con Xalapa, llevaron al triunfo de Morena. Ganó Jorge Alberto Mier Acolt con 5,639 votos contra 5,545 de Daniel Baizábal González.

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