Mussio Cárdenas Arellano /
* Más pruebas contra Bermúdez * El padre del cantante contraataca * Hacia la desaparición forzada * Raúl Vértiz deja la presidencia del PRD * Pero aparece en el padrón de Morena * Eva Cadena regresa al Congreso * Aguanta el desaire * Nueva encuesta: Morena un punto arriba del PAN * PRI, cuatro abajo
Molido a golpes, quebrados sus huesos, Gibrán Martiz pasó de una fortaleza, la de Arturo Bermúdez, a la Academia de Policía, y de ahí a la tortura, y de ahí a la muerte. Su caso hoy es crucial para hundir al falso general, el capo del Cártel de Duarte.
Gibrán, cantante de la Voz México, fue testigo de un crimen que implica al hijo del ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, y eso le costó la vida.
Gibrán, junto con un amigo, sufrió un levantón, irrumpiendo media docena de policías en su departamento, en Xalapa. Se lo llevaron vivo y apareció muerto.
Gibrán, cuya ubicación del teléfono celular en los días en que sufría la tortura, fue establecida con un GPS, y determinó que pasó por la casa del general de cero estrellas antes de ser llevado a la Academia, es elemento clave para acreditar que Bermúdez Zurita incurrió en desaparición forzada.
Su caso se reactiva cuando la Fiscalía General de Veracruz se colapsa, tomada por cinco de los 15 colectivos que demandan acciones y resultados, saber donde quedaron sus hijos, sus esposos, sus sobrinos, sus amigos.
Su palabra se impone. Su exigencia vulnera. Sus gritos, su reclamo, que el fiscal Winckler los escuche y les resuelva, precipitan una estampa inédita: como puede, el personal de la Fiscalía improvisa y comienza a despachar en plena calle.
Ni Javier Duarte, ni al ex fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras, pasaron por semejante humillación.
Día convulso este martes 23. Del cargo por abuso de autoridad a la desaparición forzada hay medio paso. Y está por darse.
Su padre, Efraín Martiz, acusa a Bermúdez. Lo traba con evidencia antigua y nuevas revelaciones.
“Mi hijo —señala— estuvo 13 días detenido ilegalmente en la academia de policías de El Lencero —municipio de Emiliano Zapata—. Hay pruebas en el GPS de su teléfono y no fueron consideradas por la Fiscalía con Luis Ángel Bravo”.
Revela que Gibrán y un amigo, Sergio “N”, menor de edad, fueron privados de su libertad en el departamento de Ferrocarril Interoceánico 124, colonia 7 de Noviembre, en Xalapa, y asesinados el 18 de enero de 2014. Se les encontró en un lugar apartado en el municipio de Puente Nacional, en un escenario montado, armado para simular que murieron al producirse un enfrentamiento entre dos bandas delincuenciales.
Los dos tenían el tiro de gracia y golpes por todas partes, huesos fracturados, y evidencia de que se les torturó con descargas eléctricas.
Cuenta su padre que el día de la desaparición —enero 7— Gibrán se reunió con su amigo Luis Eduardo Caballero, quien era originario del municipio de Alvarado. Éste tuvo una discusión en un antro con “El Pimpón”, hijo del secretario de Seguridad, Arturo Bermúdez.
“A Luis Eduardo —refiere el padre de Gibrán— le dieron un tiro en la cabeza y a mi hijo y a su acompañante los privan de su libertad; se los llevan solamente por haber presenciado los hechos”.
Su relato estruja. Por ser testigos de un crimen, los levanta la Policía Estatal, la policía de Bermúdez. Y nunca más se les vuelve a ver con vida.
Efraín Martiz llevó estas pruebas al entonces fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras, alias “Culín”. Recibió a cambio palabras y embustes, silencio y un laberinto de trámites hasta perderse en el olvido.
“Culín” desestimó, o congeló, u ocultó la evidencia para no proceder contra el capo del Cártel de Duarte. Lo suyo fue eso: encubrir a la pandilla duartista, sus negocios en el lado oscuro, sus vínculos con el crimen organizado, su actuar como un nuevo cártel.
Todo vale en esa pesquisa, pero nada tan contundente como el reporte del GPS, el sistema de geolocalización que le permitió a la compañía telefónica ubicar dónde estuvo Gibrán en los días del plagio: primero el fraccionamiento Las Ánimas, la vivienda de Arturo Bermúdez, y luego la Academia de Policía, el cuartel de las torturas, quizá otro cementerio de fosas clandestinas.
“Nada de eso se investigó —sentencia Efraín Martiz—. Esta persona (Bermúdez Zurita) que estaba encargado de la Policía Estatal está preso y yo lo que vengo a hacer es una denuncia directamente porque estuvo involucrado con todo este tema y más desapariciones en Veracruz”.
Diríase en lenguaje de thriller: callen a los testigos. Y los callaron para siempre.
Aporta Efraín Martíz no sólo la evidencia del GPS sino el nombre del amigo de Gibrán, Luis Eduardo Caballero, que habría tenido la discusión con “El Pimpón”, hijo de Bermúdez —otras versiones originalmente apuntaban a un sobrino del falso general—, asesinado de un balazo en la cabeza. Gibrán y Sergio “N” fueron testigos del crimen y eso motivó el levantón, la tortura y su muerte.
Tras el plagio, testigos que identificaron las patrullas en que se presentaron en el edificio donde vivía Gibrán, difundieron las fotografías. Las circularon en redes sociales. Eso llevó a la aprehensión y enjuiciamiento de siete policías: Felipe de Jesús López Domínguez, Uriel Pérez, Manuel Ortiz Alarcón, José Luis Pérez Vela, Iván Cortés Espíritu, Mauricio Rodríguez Santiago y Abel Bruno Martínez.
Ese año, sin embargo, quedaron libres. Un amparo les sirvió. Depositaron una fianza de 5 mil pesos cada uno y desde el 18 de diciembre enfrentan su juicio en libertad.
Hoy Efraín revela más podredumbre. Implica al abogado del Congreso de Veracruz, Vito Lozano Hernández, quien con un soborno de 25 mil pesos habría negociado la libertad de los policías plagiarios. Y habría embarrado al juez de control, Florencio Hernández Espinoza.
“Hay fotos —agrega Efraín Martiz— que (Vito Lozano) entra a la oficina del juez. Hay fotografías. El juez me saca del juicio porque me dijo que el delito contra los policías era por abuso de autoridad y que mi hijo era el único que podía estar presente. Yo le dije que lo habían asesinado y me contestó que entonces le enseñara el acta de defunción”.
Hay otro señalamiento que da en las infantería fidelistas: Erick Lagos Hernández.
En la ampliación de la denuncia lo menciona. Erick Lagos, entonces secretario de Gobierno, se habría quedado con entre 3 y 5 millones de pesos que Javier Duarte dispuso fueran entregados como indemnización a la familia Martiz.
“Duarte ofreció como ayuda un pago, yo que aceptaría siempre y cuando fuera bajo un esquema legal, no como si me dieran dinero en efectivo para callarme. En ese inter, gente de Marlon Ramírez (subsecretario de Gobierno) señala que el último que vio ese dinero fue Érick Lagos, entonces secretario de gobierno”, acusa Efraín.
No fue un soborno. No se negoció la memoria de Gibrán. Fue una recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, número 14/2015, en la que exhortaba a Bermúdez a que su tropa no incurriera en ese tipo de abusos.
Fue un crimen, desaparición forzada, tortura, muerte con tiro de gracia, montaje para simular que Gibarán y Sergio “N” habían sido víctimas de un enfrentamiento entre bandas delincuenciales, y la CNDH sólo recomendó que los policías asesinos de Bermúdez no lo volviera a hacer. Algo así como decir: pórtense bien, muchachos, y no lo vuelvan a hacer.
Todo lo supo “Culín”. Efraín Martiz le llevó las pruebas. Y las desapareció. O sea, obstrucción de la justicia, encubrimiento, incumplimiento de un deber legal.
Hoy, el panorama cambia.
Nunca tan cerca de la desaparición forzada. Nunca tan sólido un caso que exhibe a Arturo Bermúdez fuera de la ley, tan cerca de vivir el resto de su existencia en una prisión. Y Fisculín con él.
Pacho Viejo exige un fiscal. Ya habita Bermúdez, ex secretario de Seguridad, y con él la vocera del duartismo, María Gina Domínguez, y el secretario de Finanzas, Mauricio Audirac, y el ex director de CAEV, Paco Valencia, y no está Flavino Ríos, el ex gobernador interino, porque su problema cardíaco y prisión domiciliaria fue simple negociación y lo mandaron a casita. Falta “Culín”.
Nada teme Bermúdez Zurita en la vida, a excepción de la desaparición forzada. Eso sí lo pone loco. Eso es crimen lesa humanidad. No prescribe. No se extingue.
Se lo debe al caso Gibrán.
Archivo muerto
Un homónimo de Raúl Vértiz está en Morena. Un homónimo del perredista que renunció a la presidencia del PRD en Coatzacoalcos porque no quiere “pagar los platos rotos” por la debacle electoral que, asegura, está por llegar. Su nombre figura en el padrón de militantes del Movimiento de Regeneración Nacional, registrado ante el Instituto Nacional Electoral. Sus generales: Raúl Vértiz Hernández. Apartado: Coatzacoalcos, Veracruz. Ahí, los nombres de otros militantes de fama pública: el periodista Jesús Hernández Tea; Cecilio Eduardo Ríos Ramírez, asesor del diputado Amado Cruz Malpica; Javier Félix Martínez Sotelo, consejero electoral del INE en el distrito de Coatzacoalcos; Noé García Joffre, también pejeconsejero; Anselmo Secundino Diego, a quien le bloqueó Roselia Barajas de Robles, la relatora del gobierno legítimo del Peje Dios, ser presidente del comité municipal de Morena; Richard Carvajal García, ex regidor perredista, hijo del representante de Morena ante el OPLE estatal, Rafael Carvajal Rosado; Rogelio Martínez Hernández, abogado, crítico de los abusos de la diputada federal Rocío Nahle y del líder estatal morenista, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, y su atropellos a los estatutos; Fredy Ramos, ex perredista, ex operador de Movimiento Ciudadano. Y hay otro Raúl Vértiz, cuyo segundo apellido es Felipe. O sea que el presidente del PRD local, Raúl Vértiz Hernández, renuncia al cargo por el daño que le causan a su partido con la venta de las posiciones en la planilla, pero no explica qué hace su nombre, el de Raúl Vértiz Hernández, su homónimo, en el padrón de Morena. ¿O es él mismo? De alzarle la mano a los priistas hay por lo menos una evidencia, la de 2010, cuando Raúl Vértiz se adhirió a la candidatura de Marcos Theurel Cotero y no le importó “quién pagara los platos rotos”… Regresó Eva Cadena al Congreso de Veracruz. Sigilosa, discreta, ya iniciada la sesión, llegó al recinto. Buscó su lugar. Se aposentó en su curul. Sintió el desdén de los morenistas, los impolutos pejediputados que sabiendo qué en el escándalo de los videos, han tenido el cuidado de callar. Ahí se le veía en las transmisiones en directo, sola, sin un saludo, salvo los de el líder de la fracción priista, Juan Nicolás Callejas Roldán, y del ex morenista, ahora panista, Sebastián Reyes Arellano, y un “hola” de Amado Cruz Malpica. Su caso fue postergado para el próximo 6 de junio. Habrá desafuero después que concluya la elección por las alcaldías de Veracruz. Este miércoles es día fatal. Ya se le debe haber comunicado el juicio de procedencia para retirarle el fuero si es que los diputados se avientan a dejarla en manos de la Fiscalía General del Estado o de la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales a partir de tres pruebas electrónicas mutilados y editados que jurídicamente, por haber sido obtenidos de manera ilegal, harían caer el caso. Eva Cadena, por lo que sabe, es el detonador de un mega escándalo… Encuesta de 19-20 de mayo: Morena un punto arriba del PAN-PRD, virtual empate técnico; PRI cuatro puntos abajo en la contienda por la alcaldía de Coatzacoalcos. Cuentan los insiders que entre la clase popular el mejor posicionado es Carlos Vasconcelos Guevara del PRI-Partido Verde, pero “ya llegó a su techo”. Allende y Mundo Nuevo son para Morena, lo que evidencia al regidor Noriel Prot Álvarez y a su hija, la agente municipal con licencia y candidata a regidora priista, Keren Prot Vázquez, caciques sin control en su territorio. Entre las colonias del pantano y el poniente, Vasconcelos tiene arraigo. La zona urbanizada de Coatzacoalcos, entre avenida Universidad y el malecón costero, es para PAN-PRD. Morena pega fuerte, compite en todas las secciones electorales y gana en la zona de la avenida General Anaya. Es el penúltimo de los muestreos y se prevé que el 4 de junio, día de elección municipal, habrá empate técnico. La diferencia puede estar en los puntos que recuperará Morena con la gira de su líder máximo, Andrés Manuel López Obrador. Y en los que puede perder si se sueltan los demonios y el escándalo vuelve a reinar en las filas del pejepartido. Son cifras de una encuestadora estatal de reconocido prestigio, cuyo nombre y porcentajes se reservan a petición de la fuente. Morena, por su parte, trae otra encuesta, la de Grupo Impacto, cuyas cifras son: Morena 35.67 por ciento; PAN-PRD, 15.38, y PRI, 14.54. Morena estaría ganando por más de dos a uno. ¿Alguien recuerda que el candidato de Morena, Víctor Manuel Carranza Rosaldo, profetizó que “si ganamos tres a uno por qué no pensar 10 a uno”? Chéquense La Cocktelera del 7 de febrero. Qué se metió El Señor de las Ratoneras…
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