Estaba obligada a ir, si no quería que la retiraran de la curul incluso sin necesidad del desafuero. Inmutable, así dejó que pasaran los segundos, los minutos, las horas, sin que nadie se le acercara, sin que nadie le diera el saludo, como apestada. Su rostro refleja una gran tristeza, pero también dolor. Acaso en el fondo de su mirada haya también reproche hacia sus compañeros, esos que algún día se dijeron sus amigos y que ahora la repudian; esos que son tan corruptos como ella o quizá más.
Sabe que no tiene más salida que esperar el desafuero y enfrentar con buenos abogados a la justicia. Igual para eso le sirve el millón de pesos que recibió de los empresarios. Igual recibió más de otros empresarios. Mira a los diputados y quizá piense: «Como se ven me vi, como me ven se verán».