Si alguien dudaba por algún momento que al actual gobernador le temblaría la mano para llevar a la cárcel a los protagonistas del más grande desfalco que ha tenido el estado de Veracruz, se equivocó. Con la caída de Gina Domínguez, tenga la certeza que más de tres exfuncionarios estarán con el Jesús en la boca.
Y es que la maquinaria de la justicia está bien aceitada contra todo lo que huela a Fidel Herrera y a Javier Duarte; se puede ver que engranaje para llevar a estos personajes ante la justicia que comienza a moverse en la fiscalía que maneja Jorge Winckler; hasta ahora se va entendiendo porque era necesario contar con alguien que no tuviera compromisos con la administración pasada.
El nefasto y sucio paso de Luis Ángel Bravo Contreras por la Fiscalía General del Estado sólo dejó una siembra de fosas clandestinas y una ola de complicidad con los funcionarios del malogrado gabinete duartistas.
Por esa razón no se alcanza a comprender las razones de peso que tiene la actual administración por las que no se le fincaron responsabilidades al conocido Fisculín. Se debe considerar que pesa más la aplicación de la justicia que lo que haya revelado Bravo Contreras para comprar impunidad. Al menos eso es lo piensa Juan Pueblo.
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