Édgar Hernández* /
¡Ah, que tiempos señor don Simón!
La arena veracruzana vive tiempos vergonzosos.
Uno que quiere ser presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador y, el otro, un ambicioso gobernador transitorio, Miguel Angel Yunes, que han tomado a nuestras tierras como cantina de barrio para dirimir sus filias y fobias.
Y como réferi de esta censurada lucha han colocado a los periodistas –a quienes tanto odian y desprecian, pero de quienes tanto se sirven- para trasmitir sus peroratas e insultos.
¿En qué momento la ciudadanía determinó, dio la bienvenida y recibió con cerrada ovación las barbajanadas que se dispensan ambos personajes como si fueran actos de orgullo? ¿A qué hora se les facturaron las plazas públicas para dirimir sus problemas de carácter personal y familiar?
De pena propia observar a estos políticos que andan en Veracruz solo de tránsito gritar: “¡No le saques, lagarto”, mientras el otro le responde “¡Zafo, no quiero perder la cartera; eres muy ladrón!
¿Qué son esas tosquedades?
Creen que la ciudadanía no ve la cola política atrás de los insultos en donde cada cual exhibe sus miseria en videos a modo en donde uno muestra a la diputada Eva Cadena recibiendo dinero para Andrés Manuel López Obrador, “¡Llámenme Peje, pero no lagarto!”, mientras el otro levanta ante sus morenos una carpeta azul con el listado de propiedades por todo el mundo de Yunes Linares e hijos, anexo a denuncias penales.
Ambos suben al ring solo para dar un deplorable espectáculo.
Como si fuera una gracia. Valiéndoles sombrilla los más de siete millones de veracruzanos a quienes buscan imponer de manera injusta espectáculos impresentables.
Es un protagonismo ocioso cuando uno, el gobernador de los dos años aún no ha empezado a hacer su tarea de levantar a Veracruz de la tragedia bisexenal a pesar de que está cumpliendo la primera cuarta parte.
Y el otro en repetidos fracasos presidenciales que solo viene a jalar la cresta veracruzana con esa falsa creencia de que con solo emitir una sentencia todo mundo se le arrodilla.
El Peje se equivoca. No es Dios. No es un Mesías y si es un ave que se ha manchado al cruzar los pantanos. Comete además el grave error de insultar a la prensa veracruzana al considerarnos mozos del Yunes. En él sí aplica su la frase de “¡No somos iguales!”.
Tanto Andrés Manuel como Yunes Linares han acudido a la práctica de insultar a los gobernantes –uno a Peña Nieto y el otro a Duarte- como armas que concitan simpatía y votos. Los excesos, sin embargo, matan. Ya se vio en Yunes a quien se le desinfló Duarte.
Cómo se añoran las inviolables reglas de la política que un día de manera infausta rompieron Fidel y Javier y en consonancia se siguieron en la misma personajes como López Obrador y Yunes Linares.
Bastaba a don Jesús Reyes Heroles sentenciar un “¡Yo no voté por él!” para tumbar una candidatura. Que capaz escuchar en público un adjetivo calificativo o imponer un apodo –como lo hizo Fidel con su “marrana” en alusión a Duarte- a don Lázaro Cárdenas y cómo no evocar la caballerosidad de don Adolfo Ruiz Cortines o don Fernando Gutiérrez Barrios, quienes siempre hablaban de usted a todos los actores políticos.
A todos ellos bastaba el respeto a la ley, la prudencia, la institucionalidad y el discreto uso de los medios de comunicación para bien cumplir su tarea. Todo sin necesidad de cajas chinas, ni guerritas mediáticas y denuestos en las redes. Solo la ley bastaba.
Y eso no es una antigualla, es el respeto al adversario, que en lo político no debería ser enemigo, tan solo adversario.
Adolfo López Mateos, jamás atrevió en público emitir un juicio de valor o mote alguno, aunque en privado echara ajos. Lo mismo se recuerda de los gobernadores veracruzanos Murillo Vidal, Hernández Ochoa y el mismo amargoso de don Agus…
Al veracruzano le gusta la picardía, es parte de su lenguaje coloquial; es gritón y por momentos altanero y mandón pero sabe de autoridad, de respeto, de obediencia al poder establecido y respeto a la ley.
No se gana más, ni se congratula de manera acentuada con la ciudadanía llenando de improperios al adversario aun cuando la crispación social está en sus límites.
Hoy que el crecimiento de Morena es indiscutible y que los PAN-perredistas ven como sus bonos están a la baja, equivocan sus estrategias al pensar que con guerras sucias y descalificaciones personales van a abonar en favor del electorado.
El cuatro de junio está a la vuelta de la esquina.
Ya viene el voto de castigo para el PRI, pero también para Yunes Linares que no ha sabido ni gobernar ni cumplir y menos congratularse producto de sus explosiones de víscera.
Y para el señor Andrés Manuel López Obrador que no venga como redentor de los veracruzanos, ni a proclamarse –como lo ha hecho- como veracruzano que aunque lo fuera no se le reconoce al solo utilizar su oriundez como herramienta política.
De López Obrador los veracruzanos no hemos recibido nada y si una parte de la sociedad civil le ha dispensado simpatía es por la esperanza que representa… pero cuidado, esa simpatía un día se acaba cuando solo hay hígado y excremento.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo