Aurelio Contreras Moreno / Este miércoles, el contralor General del Estado, Guillermo Moreno Chazzarini, presentó una denuncia por el presunto desvío de 80 millones de pesos en la Oficialía Mayor de la Secretaría de Educación de Veracruz.
La denuncia abarca el periodo comprendido entre febrero y julio de 2016, y el ilícito que se habría cometido es el pago a empresas fantasma que simularon la entrega de productos o servicios a la Secretaría de Educación de Veracruz.
Como resulta evidente por las fechas a las que se limita la querella, la responsabilidad por estos hechos recaería en Carol Jessica Moreno, quien para entonces fungía como titular de la Oficialía Mayor de la dependencia, la penúltima del sexenio de Javier Duarte.
Sin embargo, el contralor Moreno Chazzarini –quien sin duda es uno de los funcionarios más serios del actual gobierno estatal- se quedó mucho, muchísimo muy corto. Lo que se le imputa a Carol Jessica Moreno es prácticamente nada, una baba de perico, contra lo que se llevaron todos los anteriores titulares de la Oficialía Mayor de la SEV, una de las cajas chicas favoritas del duartismo, que fue saqueada sin piedad incluso desde el sexenio de Fidel Herrera Beltrán, y en donde la Auditoría Superior de la Federación detectó un desvío de recursos públicos de más de dos mil millones de pesos.
Por esa oficina pasaron ni más ni menos que Edgar Spinoso Carrera, Gabriel Deantes Ramos y Vicente Benítez González. Los tres, con señalamientos de corrupción y de un enriquecimiento más que explicable por todo lo que se tomó de las arcas estatales.
Tan solo Spinoso estuvo al frente de esa dependencia tanto en el gobierno de Herrera Beltrán como en el de Javier Duarte. Son casi mitológicas las carretadas de dinero que pasaron por sus manos y que hacían que la antesala de su oficina estuviera siempre abarrotada de gente que iba a solicitar recursos para financiar cualquier cosa, menos la educación de los veracruzanos. Incluso, la fallida candidatura de Víctor Arredondo para reelegirse como rector de la Universidad Veracruzana en el año 2013, fue financiada desde ahí.
De los otros titulares de la Oficialía Mayor de la SEV poco se podría agregar que no se sepa ya. Sobre Gabriel Deantes abundan los señalamientos por actos de corrupción en todas las dependencias por las que pasó en el sexenio de Javier Duarte, de donde sacó dinero para gastar en campañas y sobornar actores políticos y, por supuesto, para incrementar su fortuna personal, que incluye diversos inmuebles, como casas, edificios y negocios.
De Vicente Benítez tampoco hay mucho nuevo qué decir sobre el manejo discrecional que hizo de los recursos públicos y de su enriquecimiento personal, al grado de poseer propiedades y negocios en Costa Rica, el país de origen de su esposa, y en los que estarían involucrados otros duartistas de los que no se habla mucho en los medios últimamente.
Pero ni Spinoso, ni Deantes ni Benítez han sido denunciados por el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares. Al menos, no que se haya hecho público. Por el contrario, pareciera que ese trío ya no tuviera nada que temer al haber de por medio algún pacto que les garantizase impunidad, quién sabe a cambio de qué, pues ninguno es tocado por la actual administración estatal.
Da la impresión de que la denuncia contra Carol Jessica Moreno tiene más bien una intencionalidad político electoral, pues como se sabe ella es –o fue, según algunas versiones- pareja sentimental de Arturo López Obrador, el “hermano incómodo” de Andrés Manuel, el dirigente nacional de Morena.
Si la intención es vincular a la ex oficial mayor con el lopezobradorismo, la jugada es muy endeble. Desde la campaña a la gubernatura del año pasado, Arturo López Obrador expresó públicamente su apoyo al candidato del PRI, Héctor Yunes Landa, deslindándose en términos no muy amables de su hermano, así como Andrés Manuel de él. Por ahí, seguro, no lo van a agarrar.
Entre tanto, la justicia en Veracruz se sigue sometiendo a los intereses políticos del momento y a componendas inconfesables, que nada tienen que ver con la búsqueda de la justicia.
¿El cambio? Bien, gracias. Se nos perdió en el camino.
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