En décadas atrás, Veracruz se destacaba por hacer política de altura y por ser cuna de grandes políticos. Fue tierra de grandes personajes de la política nacional, un verdadero semillero de presidentes de la República con un total de ocho, entre ellos, Sebastián Lerdo de Tejada, Francisco Lagos Cházaro, Miguel Alemán Valdez y Adolfo Ruiz Cortines.
Todos ellos fueron hombre que le dieron brillo y reconocimiento a nuestro estado, personajes históricos formadores de políticos de renombre que, a pesar de tener sus propios errores, no se comparan con los últimos gobernadores que hemos tenido.
Hoy Veracruz aparece en las primeras planas por los brotes de violencia y la guerra fratricida entre los diversos cárteles de la droga que se disputan el territorio jarocho. Aparece en los noticieros más importantes como una verdadera vergüenza nacional, gracias a la corrupta herencia de Fidel Herrera y Javier Duarte.
Los nombres de personajes como Tarek Abdalá, Jorge Carballo, Érick Lagos, Vicente Benítez, Adolfo Mota sólo son asociados con personas de baja calidad moral y honradez. Veracruz requiere una nueva camada de políticos que traigan honra y orgullo, en otras palabras, un verdadero relevo generacional.
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