Inmediatamente aplastó el botón de pánico y se pusieron a buscar a los interlocutores que les permitieran comunicar al presidente Trump para que Enrique Peña le rogara que no se saliera, que lo pensara dos veces, qué por su mamacita, que si quería le regalábamos la península de California.
Por supuesto la intención de Trump no es salirse del Tratado de Libre Comercio, sino presionar para que a la hora de las negociaciones a él le toque la rebanada más grande pastel, y por lo visto le está funcionando.