Los líderes locales buscan a como dé lugar un espacio para seguir mordiendo el hueso. Algunos han sido desplazados por gente sin militancia ni carrera política y otros por las recomendaciones del centro del país. A los priistas les pasa como el entremés de Las Aceitunas, ya se están peleando por el precio de las mismas y todavía ni las han sembrado.
No hay de otra, estas guerras intestinas afectan al propio tricolor, por lo mismo, la cara de la derrota se deja ver en la de los seccionales; la estructura está desquebrajada desde la derrota anterior para la gubernatura. Por eso, esta vez los mariachis callarán, si acaso tocarán esa canción que dice «en el tren de la ausencia me voy, mi boleto no tiene regreso». Ni modo, en esta vida se siega lo que se siembra y desafortunadamente para ellos, Javier Duarte les heredó la derrota hasta en las elecciones municipales.