Y es que el tratado de extradición señala que, de aplicarse en el caso de Duarte, sólo podrá ser juzgado por los delitos que se le imputan al momento de la extradición. Esos delitos son delincuencia organizada y lavado de dinero. Parece lógico. Sin embargo, aquí vemos una trampa. Y es que, si Duarte es expulsado de Guatemala por entrar a ese país llevando documentos falsos, no se le podría aplicar ningún tratado de extradición.
Duarte saldría de Guatemala como un simple delincuente, por lo que el gobierno de México lo podría esperar en la frontera para aprehenderlo y vincularlo así a proceso. Nuevamente, la estrategia del gobierno mexicano no parece acabar con la corrupción, sino simplemente retrasar la justicia, para ver si en ese retraso se cuela la impunidad.