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En Pacho Viejo no van a caber

Jorge Flores Martínez / Hace unos días leí que Pacho Viejo tiene capacidad para 700 internos y en este momento tienen poco menos de 600; es decir, aún cuenta con la posibilidad de dar alojamiento a poco más de 100 distinguidos fieles-prósperos. La verdad se me hace poco, en apego a la peligrosidad de estos individuos y, procurando darle uso a las islas e islotes de nuestro país, propongo que se les envíe a la Isla de la Pasión.

Este pequeño e inútil islote es reclamado en disputa por México y Francia desde 1917 y ha sido escenario de historias que, en su tragedia como paradoja, encierran algo de comedia muy mexicana y algo chabacana.

Es el único territorio nacional en el que se ha proclamado un rey, Victoriano I, quien reinó como el único hombre que quedaba, con 9 mujeres y 6 niños como obedientes y leales súbditos de tan ridículo e insignificante pedazo de tierra en medio de la inmensidad del Océano Pacífico.

Se me ocurre que decidamos colonizarlo con 200 de los mejores y más reconocidos fieles-prósperos, puede ser que de este esfuerzo resulten algunas bondades para nuestro México querido.

En primer lugar, los franceses cejarían en su reclamo territorial ante instancias internacionales, ya que la fauna extraordinariamente nociva por la que sería habitada, haría imposible cualquier intento de ocupación futura por ellos y tengo entendido que el Océano Pacífico se encuentra en veda para pruebas nucleares, por lo que su exterminio es prácticamente imposible.

En segundo lugar, es el territorio perfecto para que esta caterva de inútiles encuentre el espacio para proclamar su reino soberano. Fidel I, como su odiosa majestad, sus hijos como los infantes herederos; Javier Duarte como primer ministro; los demás en su propia e insuperable cartera ministerial, a la que nos tienen acostumbrados; sería una especie de El Señor de las Moscas en una versión tropical y naca.

Podrían ser atendidos en caso de enfermedad con sus propias medicinas clonadas y, en caso de que la isla sea tocada por un violentísimo huracán, como los que se acostumbran en aquellas aisladas latitudes, que sean asistidos con recursos del FONDEN que ellos mismos ejecuten.

El gran ministro de Finanzas y Planeación de la isla por decreto real podrá instituir que los cocos o mejor aún, que los granos de arena sean la moneda circulante del reino, así todos podrán satisfacer sus infinitas ambiciones de riqueza; les aseguro que en un par de años no existirá en todo el islote una duna o mísero banco de arena disponible en las playas.

Me imagino que en pocos años este territorio contará con sus propios valores morales y éticos, y por extensión con su propia legislación. Casi puedo plantear como hipótesis que se tratará de una isla de antivalores, donde se castigará la honestidad, la bondad, la humildad, entre otros; y serán dignos de mérito y premio la codicia, el hurto, la mentira, etcétera.

Como monarquía, no tendrá razón alguna establecer elecciones democráticas, así que simplemente se designará al hijo heredero sin mayores contemplaciones o complicaciones. No tendría sentido votar por alguien, la transición sería tersa y el heredar el poder a un vástago estaría garantizado por ley.

Se me ocurre también que un derecho del que debieran gozar desde el nacimiento sea el fuero constitucional. Es la tierra prometida para los fieles-prósperos, es el edén, donde sin el menor esfuerzo podrían acumular las mayores riquezas.

En verdad no le encuentro un pero a esta propuesta, satisface a todas las partes involucradas, por un lado los veracruzanos nos desharíamos de tan despreciables criaturas y, por el otro ellos contarían con su territorio soberano donde puedan dar rienda suelta a sus mas desenfrenados sueños de poder y ambición.

A los veracruzanos solo nos restaría no volver a incubar fieles-prósperos, sean del color que sea, ya que Isla de la Pasión solo hay una.

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