Por supuesto se vio la mala leche de esos medios, la mala leche del reportero que no desmintió la versión, dado que él sabía que la diputada no había ordenado ninguna agresión. Pero la que se vino a embarrar en todo esto fue la CEAPP, quien vio la oportunidad de cobrarle “cuentas pendientes” a la diputada y hasta dijo que acompañaría al periodista golpeado para meter la denuncia.
Por supuesto que es lamentable que se siga agrediendo a periodistas, que se les nieguen las facilidades para realizar su trabajo. Pero también es lamentable que los compañeros crean que la CEAPP es su muro de lamentaciones. Si a un periodista lo agrede un funcionario, que acuda al ministerio público a poner su denuncia, y en caso que no atiendan su denuncia a pesar de las pruebas que presente, entonces sí que busque otras instancias.