Jorge Flores Martínez / Un día, hace casi treinta años, llegó a casa una bebé, una pequeñita de poco más de un año y junto a ella, en sus brazos, su nueva madre, una francesa que no hablaba una palabra de español. Parecía una historia imposible, la bebé, una niña pobre de Xalapa que como destino tenía irremediablemente su origen de pobreza, la mujer, una francesa en sus treintas con la intención resuelta de adoptar a una niña en Veracruz.
Pero la historia no inició hace treinta años, comenzó en 1833, cuando en una migración de Francia a México, arribaron los primeros franceses de Champlitte a Jicaltepec, un pequeño pueblo en el río Nautla en Veracruz, en esta ocasión eran familias francesas campesinas en busca de una vida mejor, que vinieron a México y decidieron hacer su hogar en Veracruz.
Esta migración francesa fue motivo para que Jean Christophe Demard, un sacerdote de Besançon, Francia, emprendiera la ardua tarea de reencontrar a los hermanos distantes después de más de 100 años, Champlitte y Jicaltepec, Francia y Veracruz. Nunca la geografía y el tiempo fueron más distantes, pero es cierto que cuando los hermanos se ven y reconocen se desprenden de manera misteriosa milagros insospechados.
Jean Cristophe desde Besançon contactó a nuestro padre, el doctor Juan Flores, en Xalapa para iniciar la imposible tarea de la adopción de niños veracruzanos por padres franceses. Se trató de otra migración, resultado natural cuando dos pueblos se saben unidos y donde la vida misma es un misterio poético, del que nadie es consciente pleno del papel que juega en la existencia de otros seres humanos.
En casa las circunstancias no eran en ningún sentido fáciles, nuestro padre se encontraba en una especie de metamorfosis a causa de un problema profesional, que había ocasionado su decisión de abandonar su práctica como médico. Pero aun así no nos sorprendía, como familia, encontrarnos con una bebé y una francesa en casa, después de todo, nuestros padres siempre hallaban en estas luchas una intención y motivación. Los procesos de adopción fueron increíblemente difíciles y aún en la memoria de la ciudad se recuerda la huelga de hambre con la que se presionó a las autoridades a dar solución.
Después llegaron más niñas y franceses a casa, llegaban como seres aislados unos de otros, sin el menor vínculo en sus antecedentes o en sus costumbres y se fueron a Francia como familias ya completas, sin importar sus diferencias, es más, eran esas diferencias las que las completaban de manera más plena.
Pasaron los años y en algunas ocasiones recibíamos correspondencia de las niñas en sus nuevos hogares, sus escuelas y sus fiestas de cumpleaños. Las circunstancias profesionales de mi padre se complicaron todavía más y su misma decisión de abandonar la práctica de la medicina ocasionaron una muy difícil situación económica que lo obligaron a vender la casa, comprar una más pequeña y, años más tarde, vender esa casa pequeña y rentar una. Esos cambios de domicilio dificultaron la comunicación y con los años se perdió el rastro y el contacto con las niñas y sus papás.
Poco antes de morir, en una ocasión, mi padre nos preguntó por las niñas “¿cómo estarán?”; y sin darnos tiempo a contestar nos dijo “¿no han pensado que ya pueden tener sus propios hijos?”, la verdad, es que no lo habíamos pensado, porque en nuestro recuerdo aún permanecían pequeñas y nos era imposible imaginarlas adultas y con sus propios hijos, además no éramos consientes en ese momento de los años que habían pasado desde entonces. Él murió en abril de 2011 y estamos seguros que siempre las tuvo a todas en su corazón, no sabía de ellas, pero no dudamos ni un momento que siempre las imaginaba felices.
En el 2014 presentamos un libro en memoria de nuestro padre y un capítulo difícil fue el de las adopciones, se movían en nuestros recuerdos, sentimientos muy intensos. Nuestra madre recordaba cada anécdota de las niñas en casa, lo difícil que fue en algunos casos integrarse a su nueva familia y no podíamos dejar de reír al acordarnos cuando Alex rentó la película Pinocho, de Walt Disney, Agustina y Consuelo la veían detrás de las cortinas con un miedo de terror; Javier jugaba “Parche” con ellas, le decían que no querían irse a Francia, él les contestaba: “niñas tontas”.
A una bebé, a quien le decíamos la “Pollo Pollo”, era una pequeñita de unos dos años, que sus únicas palabras justamente eran “pollo, pollo”; la recordamos porque, cuando sus padres Joel y Gina Mamet tuvieron que ir a la Ciudad de México a realizar unos trámites de la adopción, estuvo en casa durante unos días, era una niña que nos parecía tan vulnerable y dispuesta a amar a quien la amara.
Después de muchos años se inicia el proceso de reencontrar otra vez a los hermanos distantes; como los hermanos de la primera migración de Francia a Veracruz con Jean Cristophe, solo que ahora eran las niñas de Veracruz en Francia las que contactaron a Alex, quien radica en Los Ángeles, California. Era Yolanda, la querida “Pollo Pollo”, quien le preguntó a su mamá si el de la foto era él, si era el Alex Flores, el hijo de Juan y Loly, de Xalapa; y su mamá le respondió que sí, que era él.
Alex nos habló desde Los Ángeles y con la voz cortada nos dijo por teléfono: “Ya me contactaron las niñas y ¡están bien!” Mi mamá, recuerdo que se quedó sentada en la orilla de la cama sin poder hablar, solo volteó y con los ojos llenos de lágrimas me repitió: “Jorge, las niñas están bien”.
Los siguientes días veíamos las fotos de las niñas y sus papás. No sabemos si pueda reconocer a otras personas después de más de 20 años de no verlas, pero reconocimos perfectamente a todos y es porque aun sin saber nada de ellos en tanto tiempo, la familia no se ve por los ojos, por alguna extraña razón, es el corazón el que los ve y los reconoce.
Después de tantos años pensamos que estas niñas tienen la misma suerte que Laura, María y Spencer, fueron y son nietas de nuestros padres y por esa razón, y porque los veracruzanos tenemos la gracia de nacer donde queramos, sus hijos y los hijos de sus hijos siempre serán veracruzanos.
En estos momentos que el mundo enloquece con el miedo al diferente, con la renovada intención de discriminar al que no es igual, es que encuentro que todos los niños del mundo deberían tener abuelos como nuestro papás y padres como los que tuvieron estas niñas.
Ahora, sabemos que Yolanda, se llama Yolanda Laura por mi hija, que cuando las adopciones estaban en proceso, apenas era una bebé un poco menor que ellas; también sabemos que está casada con Loic Fraisse y que tiene dos hermosos hijos, Lou Aldo y Leo Alex, también con segundo nombre, ahora por mi hermano.
Sabemos que Consuelo y Agustina tienen sus familias y bellos hijos, que su mamá está igual que cuando estaba en casa tramitando la adopción. Que Alejandra, la primera niña, ahora también es madre y su mamá Monique, tiene los mismos ojos que recordamos todos.
Es una historia que posiblemente podamos decir cuando inició, pero como la vida siempre es inesperada, todos sabemos que está lejos de terminar, es una historia que no puede finalizar, que se trata del vínculo maravilloso que nos une a todos como seres humanos, el amor.
Francia siempre tendrá un poco de Veracruz y nosotros en Veracruz, siempre tendremos una parte de nuestros corazones en Francia.
Familia Flores Martínez
Marzo de 2017
(Versión francesa)
La France aura toujours un peu de Veracruz.
Un jour, il y a près de trente ans, un bébé est venu à la maison, un petit peu plus d’un an, et avec elle dans ses bras, sa nouvelle mère, une Française qui ne parlait pas un mot d’espagnol.
Il semblait une histoire impossible, le bébé, une pauvre fille de Xalapa destinée inévitablement dans la pauvreté; le femme, une française dans la trentaine avec l’intention d’adopter un enfant à Veracruz.
Mais cette historie a commencé en 1833, quand une groupe de migrantes françaises au Mexique, sont arrivés de Dijon et Champlitte à Jicaltepec, une petite ville dans la rivière de Nautla à Veracruz, a cette occasion, ills étaient des familles paysannes français à la recherche d’une vie meilleure au Mexique, et qui ont décidé de rendre leur maison à Veracruz.
Cette migration française était la raison de Jean Cristophe Demard, prêtre de Besançon, France, a entrepris la tâche ardue de redécouvrir les frères lointains après plus de 100 ans et Jicaltepec Champlitte, France et Veracruz. Jamais la géographie et le temps étaient plus éloignés, mais il est vrai que, lorsque les frères sont et reconnaître mystérieusement émerger des miracles inattendus. Jean Cristophe de Besançon a contacté notre père, le Dr. Juan Flores à Xalapa pour commencer la tâche impossible de l’adoption des enfants de Veracruz por les parents adoptifs français
Ce fut une autre migration, résultat naturel quand deux personnes sont connues ensemble et où la vie elle-même est un mystère poétique, personne n’est conscient du rôle dans l’existence d’autres êtres humains.
A ma maison, les circonstances n’ont pas eté simple, notre père était dans une sorte de métamorphose à cause d’un problème professionnel, qui avait causé sa décision de quitter sa pratique en tant que médecin. Mais pas encore il ne nous a pas surprendre, rencontrer avec un bébé et une femme française, après tout, nos parents ont toujours trouvé dans ces luttes l’intention et la motivation. Rendre les processus étaient incroyablement difficile et même dans la mémoire de la ville la grève de la faim qu’il appuie les autorités pour résoudre les mémoires.
Puis plus des filles et des françaises sont venus chez nous. Ils sont arrivés comme étants isolés les uns des autres, sans le moindre lien dans leur fond ou de leurs coutumes et est allé en France au fur et à des familles entières, quelles que soient leurs différences, en effet, étaient ces différences que plus pleinement leur achevée.
Les années ont passé et parfois nous avons reçu la correspondance des filles dans leurs nouvelles maisons, leurs écoles et leurs fêtes d’anniversaire. circonstances professionnelles de mon père encore plus compliqué et sa décision d’abandonner la pratique de la médecine a conduit à une situation économique très difficile qui lui a forcé de vendre notre maison, acheter une plus petite et, des années plus tard, de vendre cette petite maison et louer une maison nouvelle plus petite.
Ces changements d’adresse entravées communication et au fil des années, la piste et le contact avec les filles et leurs parents ont perdu. Peu de temps avant sa mort, à une occasion, mon père nous a demandé filles “comment ils?”; sans nous donner le temps de répondre nous dit «n’aurait pas pensé qu’ils peuvent déjà avoir leurs propres enfants?», la vérité est que nous avions pas pensé, parce que dans nos souvenirs étaient encore petites et nous ne pouvions pas les adultes les imaginer avec leur propre les enfants étaient également pas au courant à l’époque des années qui avaient passé depuis lors. Il est mort en Avril 2011 et nous sommes confiants que toujours eu tous dans son cœur, ne savait pas d’eux, mais on n’a pas hésité un instant que toujours imaginé heureux.
En 2014, nous avons présenté un livre à la mémoire de notre père, le chapitre sous des adotions a était un chapitre difficile, qui se déménagé dans nos souvenirs, et nos ha rendu des sentiments très intenses. Notre mère se rappelait chaque anecdote de filles à la maison, combien il était difficile dans certains cas, rejoindre sa nouvelle famille et nous ne pouvions pas arrêter de rire quand nous nous sommes souvenus quand Alex a loué le film Pinocchio, Walt Disney, Agustina et Consuelo la vit derrière rideaux avec une peur de la terreur; Javier a joué “Patch” avec eux, ils ont dit qu’ils ne voulaient pas aller en France, il a répondu: “les filles stupides». Pour un bébé, que nous avons appelé le «Pollo Pollo» était une petite fille d’environ deux ans, que ses seuls mots étaient tout simplement “pollo pollo”; rappelez-vous parce que quand ses parents Joel et Gina Mamet devaient aller à Mexico pour effectuer certaines procédures d’adoption, il était à la maison pour quelques jours, était une fille qui semblait si vulnérable et prêt à aimer qui l’aimer .
Après de nombreuses années, le processus de redécouvrir à nouveau commence frères lointains; comme les frères de la première migration de la France à Veracruz avec Jean Cristophe, seules les filles étaient maintenant Veracruz en France qui a contacté Alex, qui vit à Los Angeles, Californie. Yolanda était le bien-aimé “Pollo Pollo” qui a demandé à sa mère si la photo était lui, si elle était Alex Flores, le fils de John et Loly, Xalapa; et sa mère a dit oui, il était él. Alex nous a parlé de Los Angeles et de couper la voix de téléphone a dit: “Vous avez contacté moi et les filles sont très bien,” Ma mère, je me souviens assis sur le bord du lit, incapable de parler, ne se retourna et ses yeux remplis de larmes, je répète: “Jorge, les filles sont très bien” .
Les jours suivants , nous voyions les photos des filles et de leurs parents. Nous ne savions pas si ont pourait reconnaître d’autres personnes après plus de 20 ans de ne pas les voir, mais on a reconnu parfaitement à tous et parce que même sans rien savoir à leur sujet si longtemps, la famille ne se voit pas par les yeux, pour une raison étrange, est le cœur qui les reconnaît. Aprés d’années, nous avons pensé que ces filles ont le même sort que Laura, Marie et Spencer, qui sont les petites-filles de nos pères, et pour cette raison, et parce que nous avons de grâce les de Veracruz né partout où nous voulons, leurs enfants et les enfants de leurs enfants seront toujours de Veracruz.
En maintenant que le monde devient fou de peur différente, avec l’intention renouvelée de discrimination qui ne soit pas la même chose, est que je trouve que tous les enfants du monde devraient avoir nos parents et grands-parents en tant que parents et ils avaient ces niñas.Maintenant, nous savons que Yolanda, Yolanda appelé par ma fille Laura, lorsque les adoptions étaient en cours était un bébé juste un peu plus bas que les; nous savons aussi que Loic Fraisse est marié et a deux beaux fils, Aldo et Leo Alex Lou, aussi avec prénom, maintenant mon hermano. Sabemos Consuelo et de leurs familles et Agustina ont de beaux enfants, sa mère est comme quand J’étais à la maison dans le processus d’adoption. Alejandra, le premier enfant, est maintenant aussi la mère et sa mère Monique, a les mêmes yeux que nous souvenons.
Ceci est une histoire que on peut dire quand il a commencé, mais comme la vie est toujours inattendue, nous savons tous qui ceci est loin d’être terminée, Il est une histoire qui ne peut pas se terminer, il est le lien merveilleux qui nous a tous unis. France a toujours un peu de Veracruz, en nous à Veracruz, avons toujours une partie de notre cœur dans la France.
Famillie Flores Martínez
Mars 2017
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