El padre se opone a que se llame a estas tumbas de horror “narcofosas”, porque la mayoría de los ahí enterrados nunca participaron en el crimen organizado. Solalinde aseguró además que algunos obispos sabían sobre lo que estaba pasando, pero nunca dieron información a las autoridades, porque les convenía guardar silencio para no perder los privilegios de los que gozaban.
El padre Alejandro Solalinde también reprochó a los medios de comunicación que en su momento no publicaran la información que él les había pasado sobre los crímenes que se cometían en contra de los migrantes. El religioso asegura además que lo que se ha encontrado es poco, pues falta encontrar las fosas clandestinas en Coatzacoalcos, Acayucan, Tierra Blanca y otras poblaciones.