Rafael Pérez Cárdenas / Como lo ha sido su administración, el mensaje emitido ayer por el gobernador estuvo lleno de claros oscuros: pidió a los diputados reconsiderar su decisión; se dijo dispuesto a comparecer ante el Congreso el tiempo que sea necesario; a buscar otras alternativas en caso de no alcanzar el acuerdo -¿no debería tenerlas ya?-; a ajustar el gasto corriente del gobierno y exhortó a la partidocracia legislativa a hacer lo mismo.
Dijo también tener la voluntad de caminar las rutas que sean necesarias para lograr la estabilidad financiera de Veracruz, porque de lo contrario, llegaríamos al cataclismo social: las participaciones federales se tendrían que destinar al pago de deuda y en consecuencia, habría que cerrar escuelas y hospitales, además que no se contaría con recursos para garantizar la seguridad.
Pero también dejó en claro que no cederá en sus condiciones –y éstas implican libertad absoluta de negociar con las instituciones bancarias montos, plazos y tasas de interés-, y que de ser necesario, obviará el trámite legislativo, es decir, pasarse por el arco del triunfo al Congreso. Acusó a priistas y morenistas de votar por consigna, aunque azules y amarillos hicieron exactamente lo mismo.
Cuestionado sobre una posible moratoria de pagos, dijo desafiante que “estamos explorando todas las posibilidades”, infiriendo que hará lo que crea necesario, sin importar si tales acciones estén o no dentro de la ley. El fin justifica los medios, pues. Conociendo el carácter del gobernador, está claro que nadie se quiere pelear con él; pero él mismo sigue empecinado en pelearse con todos, a negociar con el garrote.
De manera absurda, abrió un nuevo frente de batalla, ahora en contra de las instituciones bancarias –precisamente con quienes se debe sentar a negociar la reestructura-, acusándolas de estar felices por el revés legislativo, ya que esto les permite seguir cobrando altas tasas de interés. Habrá que esperar la reacción de los bancos, quienes ajenos a la veleidad política, negocian con pragmatismo y ventaja.
¡Cállense chachalacas!
Pero si el mensaje de ayer deja serias dudas sobre el futuro inmediato del gobierno y sus compromisos financieros, las declaraciones de los actores políticos aliados ha sido un verdadero carnaval. En su revanchismo político están arrasando lo poco que había quedado en pie tras el tsunami duartista.
De verdad habría que ser muy temerario, estar en completo estado de ebriedad o de plano tener un negocio muy amarrado con el gobierno estatal –como es el caso de empresa poblana Esterinova- para venir a invertir a Veracruz.
La incontinencia verbal de la nueva clase gobernante es para asustar a cualquier despistado que quiera hacer negocios, venir en plan de turista o asistir a cualquiera de nuestras festividades. Así, mientras el Fiscal se prodiga el cuestionable mérito de ser “la fosa común más grande del país”, el mandatario estatal amenaza con que no habrá dinero ni para sueldos –incluidos policías, médicos y enfermeras, profesores, etcétera-.
Si algo hay que reprochar a los funcionarios estatales y a los legisladores que impulsaron la reestructuración de la deuda –sin entrar al debate de que si era “buena o mala”-, es la ligereza con que se han puesto a hacer declaraciones. Si bien las bravatas y amenazas están dirigidas a sus adversarios políticos, lo cierto es que están llegando a los oídos de capitales e inversionistas, locales y foráneos, que empiezan a ver a Veracruz como un muy mal negocio.
O acaso piensan que a los turistas les interesa realizar un tour por los médanos de Santa Fe o vivir la adrenalina de un secuestro, un levantón o quedar atrapados a fuego cruzado. Las agencias de viaje deben estar saturadas de solicitudes de viajes a Veracruz para conocer a la única entidad con dos alertas de género.
El turismo y la cultura, la única industria que nos podría rescatar, camina hacia el fracaso por la imprudencia de nuestras chachalacas con sueldo. Ya lo vivimos en la Candelaria, se tuvo una baja afluencia en el Carnaval de Veracruz, y la Cumbre Tajín que se celebrará este fin de semana, pondrá de manifiesto que los turistas ya no quieren venir a nuestro estado.
Es cierto. Nadie le puede apostar a la opacidad, a la mentira, a ocultar una violenta realidad que vive el estado. Pero en el mismo sentido, debe haber una comunicación profusa de las cosas buenas que aquí suceden, de la seguridad que tendrán quienes nos visitan, del potencial económico y la oferta turística que ofrece el estado, a menos, claro, que todo esto también sea una mentira.
Si dicen que no hay dinero ni siquiera para salarios. ¿De verdad piensan que así vendrán inversionistas a instalarse y abrir nuevos negocios? ¿Habrá una empresa que le entre a las escasas obras públicas, sabiendo que el dinero se puede acabar en cualquier momento? ¿Serán las empresas aliadas, la de los cuates, las que puedan aguantar vara, las que realicen la obra de los siguientes dos años?
Y más. Sin mediar reflexión alguna sobre la consecuencia de sus dichos, diputados del PAN y el PRD ofrecieron una conferencia de prensa para solicitar que el estado se declare en suspensión de pagos. ¿Y así quieren negociar con los bancos una reestructura? ¿Quién querrá vender al gobierno, así sea papel higiénico, sabiendo que no hay dinero para pagar? Debemos preguntar si estos dichos forman parte de una perversa estrategia o una vergonzante ignorancia.
Las del estribo…
- Curiosa paradoja convertirse en lo que más se aborrece: el mesianismo del Peje, la arrogancia de Duarte y el absolutismo de Fidel. El caos sirve a los opositores no a quien gobierna…
- “El gobierno no está obligado a cumplir con las instituciones financieras”: Copete Zapot. Pero válgame la rebuznancia. ¿Ese es el plan B? ¿Por qué mejor no le cancelan a la diputada su jugoso convenio para difundir recetas? Esa es la nueva izquierda burguesa.
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