Flavino Ríos y el PRI: cuando los infames olvidan

Emiliano Zapata, Ver. Flavino Ríos Alvarado y Javier Duarte de Ochoa FOTO: PATTY BARRADAS/FOTOVER
- en Opinión

Mussio Cárdenas Arellano / 

* Cómplices de Javier Duarte  * Lo vieron robar y callaron  * FRA: su mano sucia en el IPE y la represión a jubilados  * Y ahora dicen que es venganza  * Tony Macías y la amenaza a Rotter  * La fiscal de Cosolea encubre a Quintanilla  * Al garete, el Registro Civil  * Etileno XXII, el escándalo que viene  *  El candidato que usa a Dios

Peor que cínico, ser cómplice. Y en el silencio de los priistas, su raza, Javier Duarte fincó su poder, corrompiendo a una casta sin vergüenza, ladrona, que ayudó a saquear Veracruz, propiciando la quiebra, la desigualdad y la violencia brutal.

Cínicos, los priistas vieron a Javier Duarte enloquecer, empalagado por las mieles del poder, hurtando y desgobernando, la muerte acechando en hospitales del estado por falta de medicamentos y equipo médico, mientras sus dineros tenían un destino cruel: negocios y casas de placer, hoteles y yates y el obsesivo gusto de Karime Macías Tubilla, su esposa, por gastar y por montar.

Al oído, cuando el ex gobernador se afianzaba en el poder y perdía la razón, le hablaba Flavino Ríos Alvarado, su consejero y guía, el que de la rivalidad pasó a ser su otro yo, su conciencia, conducido el gordobés hacia el desastre, al sueño de la impunidad.

Todo un Francis Underwood, Flavino Ríos tejió su propio ascenso y lo que soñó ser: gobernador interino, empinando a Javier Duarte, llevado de la mano al abismo, provocando su renuncia y tomando el control.

Escuchar a Flavino fue un suicidio. Y Javier Duarte, políticamente se suicidó.

Ya sin poder, el ex gobernador pedía un último favor: un helicóptero para emprender la huida. Y Flavino se lo concedió.

Hoy Flavino Ríos está en prisión, acusado de encubrir y ayudar a huir, de facilitar la fuga del ex gobernador de Veracruz, que primero negó, diciéndose ajeno al uso de la aeronave, el 14 de octubre de 2016, y un mes después, el 7 de noviembre, admitió, sin saber, dijo, si había orden de aprehensión.

Y sí lo sabía. Porque nadie, en ese nivel, el de gobernador y hombre de poder, es ajeno a los pasos de la PGR, a las decisiones del Poder Judicial Federal. Y menos si la acción legal implicaba a Javier Duarte y el impacto que habría de tener.

Por Flavino, el cómplice de la fuga, hablan hoy los priistas. Enfrentan al gobernador panista Miguel Ángel Yunes Linares. Lo increpan y confrontan. Le exigen que no se abuse del aparato judicial, que no se atropelle la ley.

Flavino Ríos, pregonan los priistas, una finura y todo honestidad. Ajá.

Nunca hicieron algo igual en los días en que Javier Duarte consumaba venganzas y vaciaba sus iras, llevando a prisión al periodista Jorge Manrique, a retener en una cárcel a Maryjose Gamboa, su gobierno criminalizando a inocentes y vinculándolos al crimen organizado, o violando el derecho de la sociedad a la paz, haciéndola presa de la violencia demencial.

No hubo PRI, ni sus bases ni sus líderes, que alertara sobre el narcogobierno en Veracruz, entregadas sus parcelas, el corredor que va del sur al norte, a las bandas de la droga, la extorsión, la cuota al empresario, el derecho de piso, el tráfico de migrantes, la trata de personas, el secuestro de niños, las fosas clandestinas.

No alzaron la voz los priistas ni con las infamias de Fidel Herrera ni con el desgobierno de Javier Duarte, aliados a los cárteles, dejándolos pasar, permitiéndoles operar, infectando a la sociedad.

Callaron los Héctor Yunes, los Pepe Yunes, los Flavino Ríos, los Brito, los Marcelo, los Américo, los Montano, los Erick, los Silva, los Carvallo, la casta que se corrompió con Fidel Herrera y se terminó de pudrir con Javier Duarte.

Fue el silencio cómplices en los días del poder demencial.

Y hoy alzan la voz los priistas. Demandan que sea la justicia la que deba prevalecer.

Hablan por Flavino Ríos, como antes no lo hicieron por la sociedad, reclamando que Yunes gobernador no abuse del poder, que su implicación en la fuga de Javier Duarte no sea motivo de venganza.

Fija su postura el PRI. Lo tilda de “abogado brillante, de reconocido prestigio y un extraordinario servidor público”. ¿Y las escrituras chuecas? ¿Y la paliza a los jubilados que reclamaban el pago de sus quincenas? ¿Y su mano en el desfalco del Instituto de Pensiones del Estado?

Arremete contra Yunes azul, que ofrece el paraíso y no saca del infierno a Veracruz.

Este lunes, de cara a todos, el nuevo líder del PRI, Renato Alarcón Guevara, lo fustiga: a Yunes Linares lo mueve la venganza, no la justicia. El encarcelamiento es un intento de amedrentar a la oposición.

Cita frases, describe su entorno adverso, un escenario de persecución política. Y Flavino Ríos, siniestro como es, resulta víctima.

Flavino, para el PRI, es un “militante priísta distinguido, producto de la meritocracia y la congruencia, que en todos los cargos que ha desempeñado se ha caracterizado por su disposición al diálogo, a la construcción de acuerdos y el respeto a la ley”.

Renato Alarcón pontifica: en manos de Yunes azul todos los que disienten viven en un estado de persecución, la Fiscalía convertida en herramienta de poder que transgrede la ley, que acomoda sus investigaciones al servicio de la política partidista.

Ante el escenario de persecución política —dice el líder del PRI—, con una agenda electoral clara, esta dirigencia, un servidor como presidente del Comité Directivo Estatal, los sectores y organizaciones que forman parte de éste y diversos representantes populares veracruzanos de nuestro partido, asumimos una posición crítica y denunciamos la actuación de un Gobernador que utiliza la Fiscalía General del Estado, todo el aparato de seguridad y probablemente alguna parte del Poder Judicial, para sus objetivos insaciables de venganza y el intento desmedido de amedrentar a la oposición.

“Los priístas de Veracruz, en esta nueva etapa, hemos hecho un profundo acto de conciencia. No olvidamos los agravios del pasado. Reconocemos nuestros errores, pero nunca renunciaremos a defender las causas justas del pueblo de Veracruz, a sus ciudadanos y a sus instituciones”.

De la farsa habla el farsante. “No olvidamos los agravios del pasado”, dice Renato Alarcón. Tampoco su silencio. Tampoco la complicidad. Tampoco la colusión con el ladrón. Tampoco lo olvida la sociedad que sintió el agravio de la familia voraz, los Duarte y los Macías, el séquito que robó y dejó robar al ex gobernador.

No hay registro que el PRI haya increpado a Javier Duarte y haya alertado del atropello a la ley. Por acción y omisión, el PRI es corresponsable del caos que vive Veracruz

Nunca confrontó el PRI y los priistas a Duarte con la verdad, le reclamaron que se ciñera al estado de derecho o que respetara la ley.

Ni Flavino Ríos, ni los Yunes rojos, ni el Pato Silva, ni Gina Domínguez, ni la fidelidad ni el duartismo habló por Veracruz. Viendo el robo lo dejaron pasar. Viendo el atropello a la ley, las venganzas del imbécil que desgobernaba a Veracruz decidieron callar.

Vieron el saqueo a las arcas públicas, el robo de los dineros que podían salvar vidas o aliviar el dolor en hospitales y clínicas, los recursos hurtados a la educación, y lo suyo fue la complicidad.

Vio el PRI, los priistas, Flavino, Montano, Brito, Marcelo, Américo, el baño de sangre, el dominio de los cárteles, la conformación del Cártel de Duarte, la muerte por ejecución, los levantados y los desaparecidos, y nada hicieron para frenar a su gobernador.

Flavino Ríos no es víctima, es victimario. Operó la entronización de Javier Duarte cuando la demencia comenzaba a asomar. Armó estrategias políticas para mantener al PRI en el poder. Enfrentó la protesta y la reprimió. Apaleó jubilados que reclamaban un mísero salario, aguinaldo, prestaciones, irritados por haber recibido cheques sin fondo. A cambio, la policía los tundió.

Trato de “gobernador” dijo Flavino Ríos que debía tener Javier Duarte cuando la orden de aprehensión estaba en curso. Y en el helicóptero oficial huyó.

No hablan los priistas por el pueblo, pero sí por los que han saqueado a Veracruz. Y reclaman para el embaucador de Javier Duarte un final feliz.

Peor que ser cínico, ser cómplice.

Archivo muerto

Algo no le carbura a Tony Macías. Siente que el duartismo vive, que la tierra de otros es suya, que la de Armando Rotter también. Sus esbirros, pues, llegaron al predio propiedad del ex alcalde, al poniente de Coatzacoalcos, frente al Itesco, el miércoles 8, e increparon a tres empleados que colocaban una cerca. “Te vas o te voy a chingar”, les soltó uno de los matarifes tras escuchar que ahí el patrón es Rotter. Un día después, al repetirse la amenaza, llegó el ex alcalde, su vehículo bloqueó el paso a los guaruras de Tony Macías, los enfrentó y les exigió cesar las amenazas. Lo escuchaba desde el interior del auto Abenamar Cuevas, compadre y testaferro de Tony Macías, el suegro incómodo de Javier Duarte, el ex gobernador prófugo. “Voy a defender el predio con todo, con mi vida si es necesario porque me costó, porque es patrimonio de mis hijos”, les soltó Rotter. Y Abenamar sólo alcanzó a decir que si tiene documentos los exhiba. Esa tarde Rotter denunció a Abenamar, sus guaruras y Tony Macías ante la Fiscalía de Veracruz. Por ese predio, Tony Macías acusó a Rotter de despojo y logró que le giraran una orden de aprehensión. Rotter, amparado, lo venció en juicio. Ahora sigue la vía extrajudicial, la de la amenaza, la del acoso, la de la intimidación. Abenamar Cuevas, a través de sus hijos, “aviadores” en CMAS, es el de las cantinas y los antros, los Dos Leones y Puerto México. Otros tugurios son Blue Bobster, El Acuyo, Sal de Mar, Querida María. El puro lavadero… Una más de la fiscal Aurora Solano Arroyo, encargada de la procuración de justicia en Cosoleacaque y anexas, que pierde pruebas, niega diligencias, evade peritajes y agravia a las víctimas mientras favorece a sus verdugos. Un caso, el del Clan de los Quintanilla Hayek, Enrique y Jaime, cuya empresa Gravas del Sureste, S.A. de C.V. explota ilegalmente un banco de arena y grava en el predio rústico Chacalapa, en Chinameca, propiedad de Donaciano Baeza Gutiérrez. Meses van y meses vienen y la denuncia por el robo de los materiales de construcción y una agresión cuando un grupo de matarifes atacó al personal de Donaciano, machete en mano, no es consignada. Aurora Solano, encargada de la subunidad de la Fiscalía regional en Cosoleacaque, deja al margen de la investigación al célebre Jaime Quintanilla Hayek y a su abogado, Cosme Atonantzin René Cruz Cruz, los mismos que estuvieron implicados en la clonación de dos sentencias judicial con las que cobraron más de 4 millones de pesos, ilegalmente, a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes por la afectación de un predio que nunca acreditaron que fuera suyo, donde se construye el libramiento vial hacia la zona portuaria de Coatzacoalcos. Jaime Quintanilla nunca fue requerido por la fiscal Solano, incurriendo en “negligencia y parcialidad”, según queja elaborada por los denunciantes. En el curso de la investigación UIPJ/DXXI/SUBCOSOL/018/2017, Aurora Solano “extravió” documentos aportados por la parte afectada; impidió que se realizara un peritaje que habría de determinar que el banco que explotan los Quintanilla se encuentra dentro del predio Chacalapa, propiedad de Donaciano Baeza, y de un momento habrá de determinar y en un remoto caso, consignar. ¿Es esta la justicia por la que votaron los veracruzanos en 2016, cuando fue desterrado el duartismo? Aurora Solano es la misma fiscal señalada de facilitar que los estudiantes del Tecnológico de Minatitlán que provocaron el accidente en el que murieron un varón y una niña, en la carretera antigua a Minatitlán, se hayan ido burlándose de la justicia. Y eso que iban ebrios… Peor que nunca, el Registro Civil de Coatzacoalcos. A los eventos en que debe acudir su personal para otorgar servicio fuera de sus instalaciones, llegan tarde. Impera el desorden, la desorganización, sin conectarse los empleados con su titular, Nora Edith Torruco Vera. Y cómo no si en horas de trabajo, Nori Torruco anda en lides políticas, en eventos del Partido Acción Nacional, en Coatzacoalcos y Xalapa, junto a su esposo, el precandidato panista a la alcaldía, Juan Manuel Rodríguez Caamaño. Ella en la talacha política y el Registro Civil sin brújula. ¿Sabrá Nori Torruco que a eso se le denomina abandono de trabajo e incumplimiento de un deber legal, y que es motivo de destitución del cargo público? Si no lo sabe, que le pregunte a un pariente que seguro la va a orientar: el magistrado Edel Álvarez Peña, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz… ¿Cómo se llamará el próximo escándalo judicial en el sur de Veracruz? Etileno XXII. Y no tiene que ver con la industria, ni con Pemex, ni con la empresa brasileña del grupo Odebrecht… ¿Quién es ese político, precandidato, suspirante por una alcaldía, que usa la fe, la religión, la pobreza, la enfermedad y la falta de esperanza en los hombres y en las instituciones para cachar votos? En el nombre de Dios los convoca y en el nombre suyo los corrompe… 

Publicada en mussiocardenas.com
14 de marzo de 2017

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