Arturo Reyes Isidoro / Comenté ayer la encuesta que da una considerable ventaja a Morena sobre el PAN, su más cercano perseguidor, de cara a las elecciones de este año y de 2018.
Sorprende que al arranque, el partido de Andrés Manuel López Obrador saque al blanquiazul una diferencia de 10 puntos porcentuales en la aceptación del electorado.
Sorprende porque el PAN acaba de ganar la elección de junio pasado y por lo tanto la gubernatura, lo que supone una ventaja por las facilidades que da tener el poder.
¿Qué ha pasado o qué está pasando? Hay varios factores.
¿Habría ganado el PAN la gubernatura sin Miguel Ángel Yunes Linares? Se duda. Para bien o para mal de los blanquiazules, mucho depende de su fuerza de cómo le vaya al hoy gobernante.
Andrés Manuel, quien realmente es Morena, vive y aprovecha el mismo fenómeno que vivió y aprovechó Miguel Ángel el año pasado: le saca provecho al descontento popular, ahora tanto en contra del PRI como en contra del PAN.
El ahora gobernador despertó muchas expectativas, más de las que podía y podrá cumplir; abrió un rayo de esperanza de que con él las cosas irían mejor, a lo que se sumó su oferta de campaña.
Desde mi perspectiva, cuatro meses después todo el capital político que acumuló se le empieza a diluir o lo ha estado perdiendo ya.
Creo que fue un grave error llegar y despedir sin más a cientos, acaso miles de trabajadores, que incluso creyeron en el cambio, que lo querían y que por lo mismo votaron por su candidatura que fue votar por el PAN aunque ellos no habían militado en ese partido por el corporativismo que ejercía el PRI, su gobierno.
Ellos esperaban que les fuera mejor. Las mujeres incluso lo veían hasta “guapo” o “muy guapo”, más si comparaban su físico con el de Javier Duarte. A cambio, se les dio una patada por el trasero sin ninguna valoración de su experiencia y de su capacidad, y para colmo no se les liquidó conforme a la ley.
Si eso era ya decepcionante, para ellos fue doloroso y humillante el trato que se les dio: al regresar al día siguiente a trabajar, se encontraron con que el vigilante tenía órdenes de no dejarlos pasar, además de que ya habían cambiado las chapas de las puertas y sus escritorios estaban clausurados.
A los que no despidieron les rebajaron drásticamente su sueldo y muchos de los que quedan, según me han comentado en diferentes oficinas, reciben un trato indigno de mandos medios que seguramente malinterpretan o llevan al exceso alguna instrucción superior que se les dio. “Nos tratan como si fuéramos Duarte”, se quejan.
Otros comentan que despidieron a 20 pero entraron 50 nuevos trabajadores “que ahí están sin hacer algo”, además de que no tienen ninguna experiencia en las áreas en las que fueron asignados. Los viejos empleados no son tontos y se dan cuenta de todo.
Pero el desencanto no sólo es de los despedidos o los afectados por la rebaja de sus sueldos que ya trabajaban en la administración pública, sino que ahora se ha extendido también a los propios panistas, a los militantes o simpatizantes de ese partido que creyeron que por fin les había llegado la suya y que disfrutarían de las mieles del poder con un empleo en el gobierno.
En corto, directivos y diputados del PAN se quejan de que el gobernador no les cumplió o no les ha cumplido compromisos pactados para ayudar a los suyos, que han hecho méritos por años.
Recién, uno de ellos me dijo que tienen encima, reclamándoles, a muchas personas que participaron en la pasada campaña con la esperanza de que si ganaban les darían trabajo.
A muchos no les han dado nada y se están alejando de su partido desilusionados. Pero otros a los que sí les dieron una oportunidad, según me han comentado, a algunos no les han pagado y a una buena cantidad ya los empezaron a despedir porque, les han dicho, no hay dinero.
Otra cosa que para nada gustó a los panistas, me lo han expresado también en corto, fue el acercamiento que tuvo el gobernador con el exContralor Ricardo García Guzmán, cuya foto posando juntos fue ampliamente divulgada. Estando las cosas como están, qué necesidad había de esa exhibición pública.
En realidad, al menos en Xalapa, la capital del Estado, ciudad muy politizada, no ha habido lugar al que vaya donde no haya escuchado críticas al gobernador por ese encuentro, sobre todo porque su propio gobierno lo denunció penalmente por el escándalo en la Secretaría de Salud. Ricardo lo hubiera ayudado siendo más discreto.
Los panistas me han dicho que no le han reclamado porque quieren evitar un choque, pero es manifiesto su descontento, lo que para nada abona al capital político del gobernante.
Otra cosa que ha desencantado a los veracruzanos es que no se ha cumplido la oferta de campaña de que se castigaría con cárcel a Javier Duarte de Ochoa y a “su banda” (de los multimencionados ninguno está en prisión y muchos se pasean campante e impunemente), y tampoco aprueban al gobierno por la violencia e inseguridad que se mantiene latente.
El anuncio que hizo ayer el vicerrector de la Universidad Veracruzana, región Veracruz-Boca del Río, Alfonso Pérez Morales, de que modificaron los horarios para que los muchachos salgan de clases cuando mucho a las ocho de la noche y ya no a las diez, como lo hacían, refleja la preocupación que reina por la inseguridad. Cosa similar no sucedía desde 2011-2012 cuando gobernaba (es un decir) Javier Duarte.
En nada ayuda tampoco a la imagen del gobernador la actitud de su hijo alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, quien en más de una ocasión ha respondido a los críticos de su padre con descalificaciones que rayan en el insulto en lugar de con ideas o argumentos.
Para su colmo (y el de todos los veracruzanos que pagan las consecuencias), el tema de la autorización para que se renegocie la deuda pública, se tengan recursos y se inicie por fin el gobierno a todo lo que pueda dar, está trabado, empantanado en el Congreso local, la economía está semiparalizada o de plano paralizada y no se ve para cuándo por fin se apruebe la petición.
Creo que todo esto ha jugado a favor de López Obrador, quien capitaliza todos esos errores y obstáculos al gobernador y se convierte en lo que fue Yunes Linares para los electores veracruzanos previo a la elección de junio de 2016: una esperanza de que con él las cosas sí van a cambiar de verdad y les va a ir mejor a todos.
Pienso que esto explica en parte el crecimiento ante el electorado del candidato de Morena, quien seguramente va a tratar de fortalecerse recorriendo una y otra vez el Estado mientras las leyes se lo permitan.
Habrá que esperar para ver cómo reacciona Yunes Linares, político con mucha experiencia pero quien está sometido a dos fuegos: el del PRI estatal y el de López Obrador, mientras que su aliado el PRD prácticamente no cuenta para nada. Él sabe muy bien que el tiempo cuenta. El interés estará centrado en su persona porque de cómo le vaya a él en mucho dependerá cómo le vaya a su partido, que por ahora marcha rezagado en segundo lugar, de acuerdo a la encuesta a la que aludo, no obstante que tiene el poder y faltando ya relativamente muy poco para la elección municipal.
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