Nadie duda que los dichos de los viejos encierran sabiduría popular; hay uno que dice que «aunque a la mula le den de palos, ésta seguirá dando reparos», pues ahora resulta que el presidente Peña, después de su ingenuo optimismo, se va a la yugular de los partidos de oposición. En lugar de dar paso a un discurso terso y conciliador, se pone los guantes como todo un fajador. Note usted lo que dijo este fin de semana y juzgue usted mismo:
«La oposición sigue sin estar lista para ser gobierno; sin distinción de colores exhibieron su oportunismo político demandando subsidiar la gasolina, con ello evidenciaron su total desconocimiento de las finanzas públicas del país, su falta de visión de Estado o simple y llanamente que están dispuestos a sacrificar la estabilidad económica del país para ganarse un aplauso fácil».
Lo que el presidente está provocando es que en las elecciones que vienen del 2017 y del 2018, el pueblo salga a votar y le muestre su repudio. Está muy fresca en la memoria cuando el Ejecutivo federal prometía en su campaña para la presidencia que la gasolina no iba a subir de precio y que el aumento de la energía eléctrica no afectaría la economía de las clases más pobres. En los hechos, los mexicanos estamos sufriendo las consecuencias por esa nefasta Reforma Energética.
Lo que el presidente no sabe es que, precisamente, la mayoría de los mexicanos están esperando a que lleguen las elecciones para manifestar su desprecio; ahí será entonces cuando el presidente conocerá en toda su magnitud lo que significa la venganza de los jodidos.
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