¡Nos chingamos!

Estela Hernández, hija de Jacinta Francisco Marcial, en su discurso donde señaló: «Hoy no chingamos al Estado» FOTO: WEB
- en Opinión

Virginia Durán Campollo /¡Nos chingamos al Estado!” Fue la exclamación más sentida hacia la justicia, por una injusticia del poder judicial nacional. Mujeres indígenas que en su medio hablar el castellano, se expresan en el lenguaje de su etnia: Otomí. Jacinta, Alberta y Teresa   condenadas a 11 años de prisión por, según, haber secuestrado a 6 integrantes de la Agencia Federal de Investigación. Acción que desde el primer momento era inverosímil. Hombres fornidos, alzados por tres mujeres indefensos ante “el sexo débil”. Una historia kafkiana, que mucho se da en nuestro país. Los asesinos, extractores del erario público, infractores de las leyes a todo nivel están hasta en los congresos. Les ampara un fuero inexplicable. Se encuentran en el  poder ejecutivo, legislativo y judicial con impunidad absoluta. Prófugos protegidos por el estado. Muchos mexicanos pagando condenas injustas,  por robar un pan para llevar de comer a sus hijos hambrientos.

*** Es un registro más de ese contubernio entre delincuentes y los encargados de aplicar la justicia. Miles de hojas, que registran – una burocracia insultante- los absurdos de la complejidad de la justicia nacional. Legajos y más legajos.  Cientos de horas hombres perdidas en cárceles y ministerios públicos, donde la rebatinga por el dinero está a la orden del día. Lo peor que le puede pasar a un ciudadano, es necesitar de un abogado. Los honestos son pocos. Los otros exprimen hasta la saciedad. Coludidos incluso con los contrarios a las víctimas, hacen doble negocio. Es inexplicable como un sujeto que robó, negocia con un gobernador; regresa parte del botín y queda exento. ¡No es posible! Es infractor y tiene que pagar. Los gobernantes  no pueden exculpar, cuando la sociedad condenó sustentado sus dichos.

*** Arturo Bermúdez Zurita, ex secretario de seguridad pública del prófugo- el más cercano al “marrano más cochino”- se embarró hasta el tope. El más beneficiado con el afecto del sátrapa, fue instalado- como Nerón a su caballo- en la secretaria más importante para la seguridad social estatal, que recibe un presupuesto millonario, que manejó a placer para su beneficio. ¿Qué no son suficientes sus bienes materiales a la vista?, ¿los registros de sus violaciones a ley en todos sentidos?, ¿ser presta nombres?, y demás para ser juzgado con severidad.  Era tanta su petulancia, que prohibía que sus empleados le vieran directo a los ojos. La desobediencia era reprimida, con una sarta de maldiciones y sanciones.  Quitaba a los salarios de los trabajadores y les restaba en sus aguinaldos, según cuentan algunos. Prepotente, soberbio, engreído, patán. A las mujeres se dirigía con adjetivos groseros, a gritos y descompuesto. El socio mayoritario de “La Gorda”,  debe pagar.

*** David Velasco Chedraui, es un joven amable, atento, educado y de buenas familias pero no es suficiente. Xalapa ya no necesita políticos sino administradores. Fortunas ingresan al Ayuntamiento a través de todos los servicios públicos, que presta y que son insuficientes y muy caros. Dinero que hay que aplicar, a necesidades básicas de la capital que expira, por ejemplo, sin movimiento turístico.  David Velasco ya fue presidente municipal y al contrario de Don Ricardo Ahued, no se recuerda ningún beneficio trascendental.  Por el partido que vaya, está impedido por sus carencias propias y  porque las exigencias de la ciudadanía son otras. No se puede seguir experimentando con los funcionarios públicos, porque de ahí el fracaso.

*** Y para las agruras del mole…usted sabrá qué tomar. Hasta la próxima.

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