Nunca en su regordeta vida el exgobernador Javier Duarte de Ochoa se imaginaba lo que la prensa, en este caso la investigación de los intrépidos investigadores de Animal Político, le tenían reservado. El 8 de junio del 2016 seguramente el exgobernador prófugo se puso sus chanclas y sus eternas bermudas floreadas, prendió su computadora o su móvil y tenga la seguridad que hasta cambio de color; lo exhibían en un reportaje especial como el principal operador de las empresas fantasmas, donde se mostraban nombres, lugares, números de cuenta, santo y seña que inmediatamente los retortijones estomacales lo impulsaron al baño.
Gracias a la prensa se supo toda la verdad. La sociedad ha visto a lo largo de la historia el poder de la prensa como contrapeso de los poderes políticos y ha validado su papel en el proceso de liberación del pueblo de las garras de las injusticias de los gobiernos, como en Veracruz. Muchos medios maiceados pusieron a Javier Duarte como el paladín de la justicia y el progreso, otros pocos aguantaron el embate de un Estado feroz, más de 20 perdieron la vida.
Por su veracidad y no por la zalamería es que los medios de comunicación deben de caracterizarse. Algunos todavía extrañan el sobre amarillo y el viaje con gastos pagados, eso es lo que extrañan, no crea que a los titulares del poder.
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