Armando Ortiz / “Piel en el interés de piel, y todo lo que el hombre tiene lo dará en el interés de su alma”, esas fueron las palabras de Satanás refiriéndose al fiel Job, a quien acusaba de estar sirviendo al Dios verdadero sólo por puro interés. Job mantuvo su integridad, porque era justo, temeroso de Dios y apartado del mal. La integridad es una virtud que muy pocos pueden presumir. Una persona íntegra es fiel a sus principios, entre ellos el principio de lealtad. Una persona leal no vende a su amigo, a su socio, a su hermano.
En política no existen las lealtades, los intereses siempre estarán por encima de los principios. Tampoco se puede ser leal a una persona como Javier Duarte. El exgobernador prófugo no hizo amigos entre las personas con quienes compartió el poder. No supo hacer amigos, porque la amistad se basa en reciprocidad y en lealtad. Duarte en su paso por la función pública sólo hizo cómplices, gente ávida que como él sólo buscaba el dinero fácil, el poder fatuo y la ganancia a como dé lugar.
Duarte dejó que sus cómplices se enriquecieran, siempre y cuando a él no le dijeran nada, siempre y cuando lo dejaran comer hasta el hartazgo; siempre y cuando lo dejaran saciar su sed de oro. Por supuesto que sus cómplices conocían la magnitud del saqueo, por supuesto que sabían que tarde temprano saldría a la luz cuánto había robado Javier Duarte y cuánto habían robado ellos. Esperaban que el próximo gobierno fuera priista para poder negociar con más facilidad impunidad. Pero el mundo se vino encima a muchos, no a todos, cuando el gobierno quedó en manos de Miguel Ángel Yunes Linares. A partir de ese momento empezaron las deslealtades. ¿Cómo se podía ser leal a un sujeto como Javier Duarte?
Se comenta que los últimos descubrimientos sobre las riquezas y propiedades de Javier Duarte han salido de boca de esos cómplices que se encuentran a un paso del cadalso. El ejemplo más claro fue el de Moisés Mansur, quien dio detalles de las operaciones financieras del exgobernador. Después surgió más información de los otros cómplices. Algunos han buscado impunidad a cambio de dar más información. Allá el gobierno si acepta tratar con ellos. Otros, de la manera más vil, entregan a sus cómplices sin siquiera dar la cara. Filtran datos, nombres, propiedades, lugares, montos; lo que queda es investigar.
Recientemente la caída de Arturo Bermúdez Zurita puso a temblar a muchas personas, pues se soltó el rumor de que Bermúdez entregaría información relevante sobre muchos de los que participaron en el saqueo. Ya se habló de Héctor Yunes y sus 5000 millones para la campaña.
Cabe recordar que en algún momento Arturo Bermúdez formó parte de un grupo de poder, dentro del poder, al que se denominó “los ginos”. En este grupo, comandado por Gina Domínguez también estaba Gabriel Deantes, Juan Antonio Nemi y el contralor Iván López Fernández, entre otros. Gina entonces era la vicegobernadora, con un poder inmenso que ponía a temblar incluso al secretario de Gobierno.
Curioso que cuando cae Bermúdez Zurita en la cárcel, muchos empiezan a temblar y a poner sus barbas a remojar. La madame Gina, ya sin el poder de antaño, tiembla y remata sus propiedades para huir de Veracruz. Pero tiene una carta guardada, por si el agua le llega al cuello. En un mensaje publicado en Twitter el día viernes 24 de febrero a las 15:00 horas, la señora Domínguez Colío dice: “La próxima semana, una historia no contada en torno a Duarte. Tal vez la verdadera o más importante. En Telenews”.
Gina Domínguez sabe que mucha información sobre ella y sus riquezas, está en la mente de los secuaces que ya pisan la cárcel. Sabe que en cualquier momento irán por ella. Hay una demanda interpuesta por la periodista Virginia Durán Campollo, una vez que se proceda en contra de Gina por esta denuncia, le caerán más acusaciones. Es por eso que busca blindarse. Habrá que esperar a ver si la próxima semana da a conocer esa “historia no contada en torno a Duarte”. No confiamos en que la revele, porque la señora ha demostrado no tener palabra. A una persona desleal no se le puede exigir eso.
En Veracruz hubo un tiempo para alabar y otro tiempo para defenestrar; hubo un tiempo para sembrar y un tiempo para robar; hubo un tiempo para ser cómplice, pero hoy se llegó el tiempo para traicionar.