Luis Ortiz Ramírez / El panorama educativo del Estado de Veracruz luce desolador, después de la jauja y agandalle de las tres últimas administraciones gubernamentales en contubernio con los sindicatos magisteriales, especialmente el SNTE. La soberbia imperialista de Miguel Alemán, la gula desmedida de Herrera Beltrán para ocultar sus orígenes humildes como Michel Jackson ocultaba su negrura, y la rapacidad de Duarte, para ocultar su mediocridad y complejos, hicieron de Veracruz, un caldo de cultivo para la corrupción.
La tarea de Enrique Pérez Rodríguez, actual secretario de educación y de sus colaboradores es muy grande y difícil. El índice de alfabetización no crece en las zonas rurales, el equipamiento de escuelas es pírrico, la falta de maestros es una necesidad apremiante y lo peor, no hay recursos a la mano para solucionar estos problemas.
No olvidemos que la educación históricamente ha sido el eje rector del progreso de los gobiernos, la escuela y el maestro se ha encargado de formar a las personas para su convivencia con los demás y para que constituyan pilares importantes en el mantenimiento y preservación de lo que es considerado como bueno y valioso. Eso fue precisamente lo que olvido la triada maldita que nos gobernó durante 18 años. El reto es grande, pero alguien debe de empezar a componer y limpiar este desastre.
El titular de la Secretaria de Educación del Estado, se ha topado con una de las secretarias más manoseadas y trasquiladas, la intromisión de los líderes sindicales fue grotesca. La repartición de horas, semana mes, para los familiares y allegados al maestro Callejas Arroyo, era la costumbre. Los nombramientos de Directores, Supervisores y Jefes de Sector los hacia la Sección 32 del SNTE, al igual que las rotaciones de los mismos, dejaban de lado a la SEV.
Las plazas estaban al mejor postor, de ahí salía el dinero para el ganado y los ranchos de este personaje. El dinero de las cuotas sindicales y del usufructo de las propiedades del sindicato, servían para pagar el gasto de las campañas electorales. Los secretarios de educación anteriores, desde Adolfo Mota en adelante, solo fueron meros títeres en el tinglado callejista. Pero la plenitud del pinche poder y el orgasmo de la corrupción fue con Xóchitl Adela Osorio Martínez, una secretaria, que llego al poder, cerrando los ojos a la corrupción.
El corporativismo de la sección 32 del SNTE era la moneda de cambio de este infausto personaje para poder conseguir las diputaciones, regidurías y presidencias municipales, el PRI estuvo también secuestrado por este gigante con pies de barro, hasta que los maestros que lo habían sostenido lo dejaron solo.
Por eso no sorprende, que los maestros de viejo cuño se supeditaran a él, comprendían que si se pegaban al fogón callejista, obtendrían cambios, permutas, comisiones, nominaciones como regidores o síndicos, y poder heredar la plaza a los familiares. Nunca se imaginaron que la Ley de Servicio Profesional Docente, los tocaría, creyeron que no serían llamados a evaluarse.
Fue un gran acierto de parte de Miguel Angel Yunes Linares haber erradicado a esta estirpe que como sanguijuelas chuparon los recursos destinados para la educación. Si los hubieran dejado en sus puestos, los maestros a lo largo del Estado, no hubieran visto esto con buenos ojos.
Hoy, los otrora todo poderosos del Equipo Político, salen a protestar y a plañir su pérdida de poder, levantan la voz y este es como un grito en el desierto. Nadie les oye, solo les dan el avionazo y ellos lo saben, pero tiene que pretender hacer algo, hacer creer a las bases que los están defendiendo. En verdad, ellos no tienen toda la culpa, solo fueron usados por la cúpula de poder del SNTE. Se espera que los hombres del Secretario, pongan todo su conocimiento y experiencia para levantar el tiradero que dejaron los chacales de la educación.
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