Armando Ortiz / En nuestro tiempo el silencio es un hábito que ha sido menospreciado por muchos, sobre todo por lo políticos quienes se han formado bajo la premisa culposa de que el que calla otorga. Pero no sólo los políticos, la gran mayoría piensa que cuando alguien lanza injurias en nuestra contra estamos obligados a contestar de la misma manera; oiga usted bien, “de la misma manera”.
Por la furia, por la indignación, por sentirnos agraviados muchas veces no nos damos cuenta que quien agravia muchas veces tiene como propósito que nos rebajemos a su propio nivel. La respuesta que damos al agravio en el mismo tono, si nos atrevemos a contestar de la misma manera, nos estamos convirtiendo un poco en quien nos agravia. Entonces quien vence es el que ofende, porque además de la ofensa, consigue ponernos a su nivel. En todo caso mejor guardar silencio, porque la respuesta iracunda que demos puede traer peores consecuencias para nosotros. Finalmente, el agravio es como el hielo, el calor de la honestidad lo termina fundiendo.
Reza un dicho judío: “Si el hablar vale un siclo de plata, vale el callar un talento de oro”. El silencio es valioso cuando la intención es ser prudente. Ante la provocación irracional lo mejor es quedarse callado.
El enfrentamiento verbal entre el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y Andrés Manuel López Obrador no debió darse si cualquiera de los dos hubiera sido más prudente guardando silencio. López Obrador vino a provocar, porque sabe que eso le da planas en los medios de comunicación, comentarios en las redes sociales y adeptos entre la población inconforme. Caer en la provocación de López Obrador puede tener varias intenciones. En Miguel Ángel Yunes Linares la primera puede ser responder a la persona que agravia a los periodistas y al gobernador; si es sincera es válida. Pero la segunda podría ser compartir las planas y comentarios con un contendiente que es replicado en todo el país.
Dígame si no. La confrontación entre Yunes y AMLO estuvo en todos los noticieros a nivel nacional, estuvo en todos los periódicos impresos más importantes del país, estuvo en todas las redes sociales. ¿Quién gana en esta confrontación? ¿Hará Yunes que López Obrador renuncie a sus aspiraciones cuando le muestre las pruebas del dinero que Javier Duarte le aportaba a Morena? Ya dijo López Obrador que no. ¿Evitará López Obrador que Fernando Yunes sea candidato a la alcaldía de Veracruz?; tampoco. López Obrador no reconoce las pruebas de dicho y si las hubiera de hecho o de documentos, las negaría y con ello quedan descartadas. En el caso de Fernando Yunes, senador de la República, sus aspiraciones a crecer en la política y en la función pública no las puede detener ni su padre, porque sus aspiraciones son legítimas. Es mayor de edad y puede hacer con su vida lo que le pegue la regalada gana. Ya porque es hijo del gobernador se va a sentar a esperar a que la gente olvide que su padre alguna vez fue gobernador; pues no.
Dice el Rey Salomón: “Para todo hay un tiempo señalado, aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos: […] tiempo de callar y tiempo de hablar”. Andrés Manuel debe esperar hasta 2018 para contender y entonces sí, si quiere, dar respuesta a lo que el considere un agravio. Miguel Ángel Yunes Linares es gobernador de los veracruzanos y cuando habla, habla por todos los veracruzanos, ¿por qué debe enfrentarse con una persona que quiere ser presidente de México, cuando él es el actual gobernador de Veracruz?
A veces lo que nos hace hablar es el orgullo; nuestro ego es el que rompe el silencio en un afán de demostrar que nosotros somos los dueños de la verdad y de la razón. Pero el mismo rey Salomón ya lo dijo: “En la abundancia de palabras no deja de haber transgresión, pero el que tiene refrenados sus labios está actuando discretamente”.
Eso queremos para Veracruz, un gobernante dinámico, justiciero, que cumpla su promesa de poner en la cárcel a todos los que participaron del saqueo en Veracruz, pero también queremos a un gobernador discreto, que sepa cuando es el tiempo de hablar y cuando es el tiempo de guardar silencio.
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