Hasta ahí sólo algunos de los presentes soltaron una risilla nerviosa pues no sabían si su líder hablaba en serio o sólo estaba bromeando. Pero donde todos soltaron la carcajada fue cuando dijo que no iba a permitir que la corrupción de Javier Duarte manchara a su partido, el PRI.
Ese se sí fue un buen chiste, porque la corrupción de Javier Duarte, de Roberto Borge y de César Duarte no sólo mancharon al PRI sino que lo sumieron en un lodazal pantanoso del que no puede salir. Si a eso agregamos los gasolinazos y la corrupción que impera en el gobierno priista de Enrique Peña Nieto, pues el chiste se vuelve broma de mal gusto.