Un servidor público, habría que recordar a todos los que busca serlo, es una persona que se emplea para brindar un servicio a los ciudadanos, desde el puesto o la trinchera que le toque. Un presidente de la República, un regidor, un director de oficina o jefe de departamento, todos ellos son servidores públicos. Bueno, si lo pensamos mejor, hasta un periodista es un servidor público, pues con su labor coadyuva con un gobierno para brindar el derecho a la información.
Extraña pues que tantos sujetos quiera ser servidor público, si por definición el sujeto quedaría como empleado de los ciudadanos. ¿A poco tanto huevón quiere ser empleado de los demás? La explicación puede estar en lo distorsionado del servicio público en nuestro país.
En México, una persona común obtiene un cargo como servidor público y de inmediato deja de tocar el suelo. Sus actitudes cambian; sus atenciones y cortesías cambian; su forma de vestir y hasta su forma de tratar a las personas cambia. Cómo ha de afectar ser servidor público en este país que hasta la persona cambia sus gustos y sus amistades. En resumen, una persona común, sin preparación, una vez que se hace servidor público, cambia su forma de ver la vida. Porque en México el servidor público se sirve del público.
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