Sabino Cruz V. / La recurrencia de incidentes como el ocurrido el pasado 18 de enero en el Colegio Americano del Noreste de la ciudad de Monterrey, NL, en el que un alumno hiere a tres de sus compañeros y su maestra, para luego suicidarse, pone despierta la pertinencia de reactivar el Programa Nacional de Escuela Segura, creado en 2007 originalmente para erradicar el narcomenudeo, la inseguridad y violencia en los planteles educativos, y retirado años más tarde; el cual incluía la revisión de las mochilas de los estudiantes a la entrada por parte de los padres de familia, bajo la observación de las autoridades educativas.
Varias ciudades de la República reportan casos de adolescentes que manipulan un arma blanca en una riña al interior del colegio o que colocan en su muro de Facebook la imagen de un arma de fuego con la leyenda de que la utilizaran contra sus compañeros; además de presentarse reportajes en medios nacionales donde se señala lo fácil que es introducir objetos punzocortante a las aulas, enervantes u otro tipo de elementos no adecuados para la formación de los niños y adolescentes.
Veracruz no es ajeno a esta realidad social, y reporta que un niño de sexto año de primaria amenazó en las redes sociales con llevar un arma a su escuela (MVS 24/01/2016), lo que sin duda enciende, o debería encender, nuevamente los focos de alerta, en tanto que la masificación de las escuelas públicas, la ubicación de centros educativos en zonas identificadas como de alta marginación, sumado a los índice de violencia desatados en las últimas semanas, no garantizan que miles de niños y jóvenes estén en buen recaudo.
Si bien, como declara el secretario de educación, señor Arturo Nuño Mayer, la revisión de la mochila de los estudiantes no soluciona la seguridad de las escuelas ni inhibe la violencia, el contar con un filtro quizás sirva de apoyo para prevenir actos agresivos entre estudiantes o contra maestros. El Estado, junto con la comunidad educativa debe proveer el cuidado necesario para preservar su integridad física, psicológica y social. Sin que por ello se violente el respeto a su dignidad.
Las constantes agresiones que reciben tanto alumnos como maestros, demanda acciones expeditas y eficaces de los tres niveles de gobierno, las organizaciones civiles, políticas, religiosas e iniciativa privada. Con la participación de todos quizás se logre que este cáncer social no haga metástasis. De no ser atendido desde la raíz el problema, no tardará mucho tiempo que compartamos titulares en la prensa internacional con Los Estados Unidos de Norteamérica, en materia de delincuencia infantil y juvenil.
Revisar o no las mochilas, introducir perros entrenados para detectan drogas o darle más atribuciones a la policía cibernética, debe contar con el consentimiento de los padres y conocimiento de los estudiantes. Si todos tomamos conciencia de peligro que se corre en las aulas, pasillos o áreas comunes de los centros escolares, se habrá conseguido un avance en la lucha contra la violencia y trasiego de sustancias adictivas.
Recobrar/compartir aquellos principios y valores inculcados por los abuelos que nos permitió ser hombres/mujeres de bien. Rescatemos a nuestros hijos(as), hermanos(as), sobrinos(as), primos(as), amigos del letargo al que los hemos confinamos. Seamos más observantes de sus conductas, amistades, tiempo de ocio, de lo contrario no nos alcanzará una vida para arrepentirnos.
Con acciones como las que en su momento propuso la autoridad federal desde 2007 para inhibir la violencia al interior/exterior de las escuelas, el consumo de sustancias adictivas como el alcohol, tabaco y otras drogas, atender las causas, factores de riesgo y precursores de la delincuencia y la delincuencia, u otro que haga ex profeso la administración del señor Peña Nieto o del señor Yunes Linares, se estará en vías de encontrar solución a un problema que está minando el presente/futuro de la Nación.
Sin Remitente
Con el argumento de que se realizaría un inventario, la tarde del sábado 21 del mes que corre, la Pinacoteca Diego Rivera solicitó a los visitantes que desalojarán el lugar. Los más extraño de esta medida fue que al siguiente martes abrió nuevamente sus puertas, lo que hace pensar que pudo haber sido otra la razón, pues ningún recito museístico es capaz de hacer un inventario en menos de 48 horas.
La falta de recursos para la cultura no es nada nuevo, como tampoco lo es la capacidad/incapacidad del director en turno para mantener a flote un herido que está dando sus últimos estertores. Qué dos años son pocos para revolucionar lo artístico y cultural de Veracruz, es una verdad lapidaria; sin embrago, la habilidad de gestión y los vínculos políticos/sociales en el orden nacional e internacional con que se cuenten, son de mucha valía fortalecer, promover, fomentar la creación, formación y distribución de los productos simbólicos adjetivas surgidos del ethos veracruzano ¡Digo! si es que se tiene el talento para ello.